Explorando Asturias en moto: La Enfistiella
A tan solo 5 kilómetros de Moreda, en la AE-3, se encuentra nuestro destino de hoy. A 438 metros sobre el nivel del mar, en un entorno idílico del concejo de Aller, esta pequeña localidad de la parroquia de Nembra, me recibió aquél día de descanso laboral bajo el manto frío de la niebla. No era de extrañar puesto que no eran ni las 9:00horas de la mañana cando llegué a pisar su territorio. Un extenso concejo que tiene mucho que enseñarnos y unas gentes que siempre me han hecho sentirme como en casa.
Salir sin rumbo es lo que tiene que nunca sabes hasta dónde podrás llegar ni cuándo lo harás. Eso mismo sucedió aquél día cuando me subí sobre “Maya” y “rumbo a ninguna parte” acabé pisando tierras alleranas.
No contaba con el intenso frío que se cernió sobre mi cuerpo ni mucho menos el haberme encontrado los campos cubiertos de un manto blanco de rocío. Apreté bien la braga del cuello y cubrí mi nariz a la par que mi aliento dejaba un halo de humo en el ambiente.
Pese a que la tranquilidad y el silencio fueron la nota dominante en todo el recorrido, siempre había quién quisiera romperla con intensos ladridos.
Otros, simplemente, se dedicaron a husmear cual cotillas para saber quién, a tan tempranas horas, paseaba por allí.
No parecían ser la única fauna.
Atrás dejé a “Maya” y me dediqué a explorar el pequeño pueblo.
En él, abundan los rincones en los que uno parece querer perderse. Parece imposible que, a pie de carretera, encontrara tal maravilla.
Flores que se resisten al frío..
Y otras que no han sido capaces de soportarlo.
Y yo allí, soportándolo como podía, con él incrustado en mi cuerpo, buscando cualquier ventana de sol en el asfalto.
A lo lejos, una persona dando un pequeño paseo tempranero. No se oyen ruidos. Los ladridos han dejado de oirse. Solo mis pasos y el trinar de algún pájaro cercano.
Muy próximo, el Centro de Interpretación de la Vía Carisa(CIVICA), el cual siempre merece una visita.Para reservas, pinchar aquí.
Hablar de Nembra es hablar de Finita, una vecina muy querida por las gentes de la parroquia y, como el frío apretaba bastante, nada mejor que acercarme hasta su casa para entrar en calor y que conociera a “Maya”.
No se podía pedir más a una mañana muy bien aprovechada y es que, si hay algo que me gusta, es salir con rumbo a ninguna parte. ¿Siguiente destino?. Muy pronto lo sabréis.
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