Comer más frutos secos, especialmente nueces, puede reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular entre las personas con diabetes tipo 2, según una nueva investigación publicada en Circulation Research.
Los frutos secos contienen ácidos grasos insaturados, fitoquímicos, fibra, vitaminas como la vitamina E y el folato, así como minerales como el calcio, el potasio y el magnesio.
Sin embargo, se sabe poco sobre los beneficios para la salud que pueden ofrecer a las personas con diabetes tipo 2 que se enfrentan a un mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares. En este último estudio, los autores utilizaron cuestionarios sobre la dieta que realizaron para recoger la información de 16.217 hombres y mujeres antes y después de que les diagnosticaron diabetes tipo 2 y les preguntaron sobre su consumo de frutos secos y frutos de árbol durante un periodo de varios años.

“Nuestros hallazgos proporcionan nueva evidencia que respalda la recomendación de que incluir frutos secos en patrones dietéticos saludables para prevenir complicaciones de patologías cardiovasculares y muertes prematuras entre personas con diabetes”, dice el autor principal del estudio, Gang Liu, de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).
Además, incluso cuando las personas tenían el hábito de comer frutos secos antes de su diagnóstico de diabetes, añadir más cantidad a la dieta resultó ser beneficioso en cualquier edad o etapa. “Parece que nunca es demasiado tarde para mejorar la dieta y el estilo de vida después del diagnóstico entre personas con diabetes tipo 2”, añade.
Los científicos descubrieron que comer todo tipo de frutos secos ofrecía algunos beneficios saludables para el corazón, y los frutos de árbol mostraban la asociación más fuerte. Los resultados también mostraron que comer incluso una pequeña cantidad de frutos secos tuvo un efecto.
En comparación con las personas con diabetes tipo 2 que comían menos de una porción de 28 gramos al mes, ingerir cinco porciones de frutos secos por semana tenía un 17% menos de riesgo de incidencia de enfermedad cardiovascular total, un 20% menos de riesgo de enfermedad coronaria, un 34% menos de riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular, y un 31% de menos de riesgo de mortalidad por todas las causas.
En comparación con las personas que no cambiaron sus hábitos de comer frutos secos después de ser diagnosticadas con diabetes, las que aumentaron su ingesta de frutos secos tras el diagnóstico de diabetes presentaban un 11% menos de riesgo de patología cardiovascular, un 15% menos de riesgo de afección coronaria, un 25% menos de muerte por enfermedad cardiovascular y un riesgo 27% menos de muerte prematura por todas las causas.
Cada parte adicional por semana de frutos secos totales se vinculó con un riesgo un 3% menor de enfermedad cardiovascular y un riesgo un 6% menor de muerte por enfermedad cardiovascular. La asociación positiva con comer frutos secos continuó independientemente del género de la persona, los hábitos de fumar o el peso corporal.
Los frutos secos de árbol como las nueces, almendras, nueces de Brasil, anacardos, pistachos, pacanas, macadamias, avellanas y piñones, se asociaron fuertemente a un menor riesgo cardiovascular en comparación con los cacahuetes, que en realidad son leguminosas.
“Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte y una de las principales causas de infarto de miocardio, ictus y discapacidad en personas con diabetes tipo 2”, afirma Prakash Deedwania, de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos). “Los esfuerzos por comprender el vínculo entre las dos afecciones son importantes para prevenir las complicaciones cardiovasculares de la diabetes tipo 2 y ayudar a las personas a tomar decisiones informadas sobre su salud”, subraya.
Deedwania también declara que los resultados del estudio son muy alentadores porque el simple hábito dietético diario de comer frutos secos de árbol como almendras, nueces, pistachos, etcétera, puede tener un efecto muy profundo en los eventos coronarios, la muerte cardiaca y la mortalidad total. “Estos hallazgos se suman a la creciente evidencia de que ciertos cambios en el estilo de vida, el ejercicio regular y una dieta prudente pueden tener un impacto favorable significativo sobre el riesgo de enfermedad cardiovascular y el riesgo de eventos cardiacos en pacientes con diabetes”, concluye.