Por Leticia Álvarez

Juro que traté de resistirme y no hablar del tema, pero no he tenido fuerza de voluntad. La dichosa boda, que de dichosa tuvo más bien poco, ha sido todo un poema. Me refiero como no podía ser de otro modo a la boda de Blanca Cuesta y Borja Thyssen. A mí me ha parecido de lo más sofisticado sobre todo el altar de paja desde el que la periodista Chelo García Cortés se dirige a los contrayentes. La exclusiva de ¡Hola! ha desvelado muchas cosas, muchísimas, aunque una de las más llamativas, a mi entender, es el gusto rústico de estos chavales que parecían tan modernos, tan a la vanguardia de todo. El tema paja les gusta tanto que lo emplean también para los asientos de los invitados lo que convierte la escena en una especie de pesebre al que sólo le faltan la mula y el buey.
Por un momento, avanzando en la exclusiva, incluso pensé que había angelotes; pero no, pronto me di cuenta de que se trataba de la novia haciendo su aparición en un ‘picardías’ con el que sustituyó su traje de novia para la fiesta que siguió a la ceremonia. En El Esquileo de Segovia también se casó Laura Ponte y la sensación que dan una y otra fiesta a través de las fotografías son muy distintas.
Viendo las imágenes no me extraña que Tita Cervera haya declinado la invitación y que además lo haya dejado claro a los cuatro vientos. Una admiradora de Gauguin no sólo tiene que serlo, también aparentarlo.