Por María de Álvaro:
Me gusta la belleza, como a todo el mundo. Y me gusta porque es guapa y porque, además, alimenta. Y sobre todo porque suele hacerlo sin darse demasiada importancia. Le pasa todo eso a Lucas 15 en su caja roja, a sus once historias, tan dulces o tan terribles. Le pasa a la voz de Nacho Vegas y a la de Xel Pereda, que lo mismo te invitan a bailar, que a quedarte dormido, y no precisamente de aburrimiento. Lucas 15 es, o eso creo, una lección de belleza. Y más. Porque para quienes pensamos que una lengua y un pasado son tan patrimonio como una montaña, una iglesia románica o la madre de uno Lucas 15 vale más que doscientas oficinas de normalización o trescientos funcionarios bilingües. Mil gracias.