Por María de Álvaro:
Soraya Sáenz de Santamaría no me cae. Vamos que no sé si me cae bien o mal porque no la conozco. Ni personalmente ni profesionalmente. No me cae, pero resulta que Soraya Sáenz de Santamaría tiene 37 años, es abogada del Estado y diputada desde hace 4 años. O sea, no parece su trayectoria la de una becaria que pasaba por Génova y se hizo amiga de Rajoy. Así que estoy pelín harta de oir a grandísimos y documentadísimos analistas políticos llamar a Soraya Sáenz de Santamaría la ‘niña de Rajoy’. Primero porque no es una niña y segundo porque jamás se lo llamarían si respondiese al nombre de Sorayo, en cuyo caso tampoco le llamarían ‘niño’. Seguro. Me carga casi tanto como escuchar a Esperanza Aguirre felicitándose de su nombramiento como portavoz del PP porque “es una mujer”.
Yo no me llamo Soraya Sáenz de Santamaría, ni soy abogada del Estado, ni tengo escaño, pero también cumplí los 30 (y alguno más), no soy una niña (aunque a veces, en mi casa, pueda parecerlo) y, a pesar de que me quedan millones de cosas por aprender, tampoco creo ser ninguna inexperta en mi trabajo. Y eso me pasa a mí y a millones de mujeres que no queremos ser ni una cuota, ni un florero, gracias.