Por María de Álvaro:
Pensaba yo que esto de la reforma del estatuto iba a ser un aburrimiento y mira tú por donde que no. El tema de la capitalidad ha dado un vuelco al debate sólo comparable con el fenómeno Chikilicuatre a Eurovisión. Empezó Gabino pidiendo pasta por ser de Oviedo y sigue ahora el alcalde de Cangas de Onís con sus derechos históricos, que pa eso Asturias es España y lo demás, tierra conquistada. Así que yo, abrumada por mi temporal exceso de tiempo libre, he decidido redactar mi propia Propuesta de Reforma del Estatuto. Y lo escribo así, con mayúsculas, porque es el nombre oficial, que paso a denominar, a partir de este momento, mi PRE.
Pues nada, al grano, mi PRE se fundamenta en lo fundamental y lo fundamental es que, para evitar piques entre concejos, propongo convertir al Principado y organizar el tema de los ayuntamientos por lo federalista. O sea, que nos pasemos a llamar desde ya los Estados Unidos de Asturias. A partir de ahí, cada municipio y/o Casa Consistorial tiene que plantear sus propias leyes, porque competencias, lo que se dice competencias, propongo que las tengan todas. Cada uno, las suyas. O sea, que Llanes tenga su sistema educativo para que no se cometa la dura injusticia, un suponer, de que los niños de Cué estudien el pasado de los cilúrnigos en la Campa Torres en vez de conocer cómo vivían los neandertales del Sidrón.
Con mi PRE se arreglaría también el tema de la capitalidad, porque así Noreña sería capital choricera con todas las letras y no sólo de San Martín en San Martín. Y el Sporting, por poner otro ejemplo, pasaría a ser la Selección de Gijón y se batiría el cobre con el Marino de Luanco sin que importase lo más mínimo eso de subir a Primera. Con lo que estresa y lo que nos fastidia últimamente el tema los vermús del domingo. ¿Más ventajas? Bueno, pues así a bote pronto, que la capital de Bimenes sería Martimporra Distrito Federal, con lo que eso podría vestir.
El PRE tiene en esto una primera fase. O 78, que si no me equivoco, que seguramente lo haré, son los concejos que tiene Asturias. En una segunda, me pongo más ambiciosa y propongo un estado por pueblo o ciudad para ir así, sucesivamente, hasta que nos organicemos por comunidades de vecinos. O sea, como Dios manda. A ver por qué yo, que vivo en la calle Asturias, tengo que saber quién era Donato Argüelles por más que me quede el portal casi en la esquina. Que no, hombre, que no, que esa no es mi historia.
Paz Felgueroso, tiembla que me aburro.