Por María de Álvaro:
Hace años y por cuestiones estrictamente profesionales, asistí a la inauguración de un semáforo. Lo juro. Fue en el barrio de La Arena y había allí por lo menos tres concejales. Desde entonces, cada vez que veo cómo un político corta una cinta, pienso que, inaugure lo que inaugure, no puede superar lo de mi semáforo. Hasta hoy. Porque resulta que hoy, esta tarde, Areces y su homólogo Revilla se van a plantar en el establo habilitado para que Paca, Tola y su flamante novio cántabro consumen el apareamiento y perpetúen la especie osera. Vamos que van a inaugurar un cruce. Por decirlo finamente, vaya. Con un par.
Y digo yo, ¿no tendrán bastante estas dos pobres con que les planten allí a un tipo al que no conocen de nada? ¿No será suficiente con la cita a ciegas? Y, sobre todo, ¿no estará más que de sobra eso de que ni siquiera toquen a varón por cabeza y tengan que apañarse las dos con el mismo? Pido un poco de humanidad, de conciencia verde o del color que sea. Pido a los políticos que dejen a Paca y a Tola estrenarse en paz. ¿O no se acuerdan Areces y Revilla de su primera vez?