Por María de Álvaro:
En la Declaración Universal de Derechos Humanos figura uno único e inalienable: el derecho a ir en pelotas. Y si no está, debería estarlo. No sé a que están esperando los señores de la ONU. El mundo entero lo reclama. El mundo entero menos Gijón, naturalmente. Porque aquí, en nuestra particular aldea gala, ese derecho ya existe. Existe en la piscina de Panchano, donde previa reserva uno puede ir y pegarse un baño como vino al mundo. Como vino y como le dejó el mundo unos años después, que no viene a ser lo mismo, pero no importa.`
El caso es que sí, en la piscina municipal del centro uno se puede bañar en bolas, pero no se puede bañar si usa muletas. Porque la piscina municipal del centro está adaptada para el naturismo pero no para el paralitiquismo. Normal. Porque nadar desnudo es un derecho y nadar por prescripción médica, un lujo. Y eso por no mencionar lo paradójico que resulta que, con muletas o sin ellas, esté prohibido bañarse sin gorrito pero no sin bañador. No sé si me explico, pero así lo dejo que no sé explicarme sin ponerme escatológica. Y tampoco es plan.