Por María de Álvaro:
De toda la vida los petazetas se comieron a escondidas. Como los polos de hielo de fresa y las panteras rosas. Como los sobres de pica pica de peseta y los freskitos. Hace décadas, aunque a veces parezcan milenios, que no me escondo yo a comer unos petazetas. Pero es pensar en ellos y se me cierran solos los ojos, y se me arruga la nariz, y los noto pegando botes dentro de la boca, y me entra la risa tonta. Así que muchos pensarán que es un sacrilegio, pero yo pienso probar esa espuma de fabes con petazetas que acaba de ganar el concurso de tapas. Y voy a hacerlo sin que me vea mi madre. Que así es como se comen los petazetas.