Por María de Álvaro:
Leo en el periódico que hoy se subasta en Sotheby’s un capitel de Medina Azahara. Son 80.000 euros. Una monada, pero no me da. Después veo un anuncio. Se vende edificio en la Quinta Avenida por 142 millones de dólares. Un chollo. Tampoco alcanzo. Así que mi madre y la pesada de mi cuñada proponen salir a ver unos muebles. Un plan tipo Tamara-Falcó-pone-piso-en-París pero más por lo doméstico. Y yo que soy muy de perder cosas, decido perder un poco el tiempo. Y voy y me apunto. Mesa comedor, silla Tudor, orejero gótico… Y ahora va y les apetece ir a ver los cabeceros al piso de abajo. Escaleras. No puedo. Uso muletas.
Así me vi esta mañana, sentada en una preciosa banqueta de diseño, sola y volviendo a leer el periódico, y así me enteré de que Gabino de Lorenzo exige el reconocimiento de la ”capitalidad de Oviedo” para firmar el estatuto, con sus ”compensaciones económicas” y todo. Y tuve una idea. No recuerdo si fue antes o después de caerme de la banqueta de diseño, pero la tuve. Voy a pedir yo también que se reconozca mi capitalidad. O la de, por ejemplo, las castañas de pelo largo tirando a bajitas. Porque para mí que tenemos tanto que decir nosotras del estatuto como Gabino.
Igual es que me pierdo, pero, hasta donde yo sé, el estatuto se firma en esa casa tan guapa que hace esquina entre Marqués de Santa Cruz y Fruela. Y eso pilla cerca de la plaza del Ayuntamiento. Pero no es lo mismo. Y, a todo esto, ¿a cuánto está el kilo de capital?