Por María de Álvaro:

Desconozco cómo se vive perseguida, pero supongo que puedo imaginarlo. Aunque sea un poco. Desconozco también por qué saber de la vida de los demás, especialmente de sus miserias, se ha convertido en un negocio. Aunque igualmente puedo imaginarlo. Lo que no tengo ni idea es que sería de mí si mi hermano se hubiera casado con el Príncipe Felipe. Y digo hermano porque es lo que tengo, ya lo siento.

Pues supongo que yo me hubiera puesto tremendo pamelón y hubiese tratado por todos los medios de tomarme un gin tonic con Carlos de Inglaterra. Supongo que el Rey hubiera acabado tragando y hasta ”lleno de orgullo y satisfacción”. A ver qué remedio. Y supongo que a estas alturas la Reina se iría de compras con mi hermano. Y se llevarían a Marichalar con ellos. La verdad es que, con permiso de mi hermano y sobre todo de mi cuñada, me hubiera encantado. Aunque no fuera más que por verle la cara a Peñafiel.

Pero no es así. Y no debería poder opinar sobre el numerito que ha montado Telma Ortiz. Más que nada porque uno (una) nunca sabe como va a reaccionar en situaciones extremas hasta que esas situaciones se dan. Sin embargo, no sé, para mí que esta chica no le está haciendo ningún favor a su hermana. ¿No se sabrá ese refrán de ‘no hay mayor desprecio que no hacer aprecio’? ¿No le habrán dicho en casa nunca que a veces aunque uno tenga razón es mejor callarse? Es una faena, lo sé. Y no me gustaría estar en su pellejo. Pero es lo que hay. Es la hermana de una princesa que quiere ser una reina. Y, a veces, por un hermano hay que hacer algún sacrificio. El mío los hace todos los días. Me aguanta de vuelta en casa.