En las elecciones autonómicas el PP recibe un voto que no se refleja en los debates durante la legislatura
El presente verano político asturiano va desde la toma de posesión de los consejeros del Gobierno del Principado hasta la llegada de Zapatero a los Oscos. A partir de esta fecha, nuestro estío tomará una dimensión distinta, porque entre la estancia presidencial de los Oscos y el mitin de Rodiezmo, Zapatero inicia una larga precampaña electoral que terminará en marzo, ya que la catastrófica gestión del nacionalismo catalán impide anticipar los comicios. El batacazo de las bolsas se podrá recuperar en unas semanas, pero la debacle de las infraestructuras catalanas llevará un tiempo de cura más largo, por lo menos de un semestre.
¿De qué se ha discutido en este verano asturiano antes de que lleguen las interferencias de la política nacional? Básicamente han salido a la superficie dos controversias: la ubicación de las sedes institucionales del Principado de Asturias y el tipo de oposición que va a haber en la Junta General del Principado. El primer tema tiene resonancias antiguas, está lleno de emotividad, y debajo del mismo se esconde la pulsión localista. El reclamo de las sedes, como un título de propiedad, ha enfrentado al alcalde de Oviedo con el Principado, y posteriormente con las alcaldesas de Gijón y Avilés. El asunto ha quedado sin resolver, porque el Gobierno regional no tiene una postura unívoca, ya que no piensan lo mismo Ana Rosa Migoya y María José Ramos, para decirlo de una forma expresiva.
En la polémica han intervenido líderes locales y la consejera portavoz del Gobierno. La posición del PP es la manifestada por Gabino de Lorenzo, mientras que en el PSOE hay un coro de voces, representativas de instituciones regionales y locales.
La segunda cuestión anticipa el drama de la legislatura, y tiene que ver con la estrategia de los grupos de oposición ante el Gobierno de Areces. Es un asunto muy importante, ya que el PP e IU suman 24 diputados, lo que representa la mayoría absoluta de la Cámara. Sobre el particular se han explayado los portavoces de IU, que entreven elecciones anticipadas, producto de la soledad del Gobierno en el Parlamento. El PP se conformó con una declaración inicial tendiendo la mano al presidente Areces, para liberarlo de la atadura con IU. Los dirigentes del PSOE e IU han dado abundantes explicaciones sobre sus planes para el mandato, mientras que desde las filas populares sólo ha habido declaraciones del diputado, Joaquín Aréstegui.
En los dos debates destaca la inhibición de los responsables regionales del Partido Popular. En la “guerra de las sedes” han participado Gabino de Lorenzo y Pilar Fernández Pardo, como destacados dirigentes del PP, porque a nivel local existe el afán de intervenir, tienen una política que defender. Otra cosa distinta sucede a escala regional, donde el silencio prolongado de la derecha hace que el mapa electoral no se corresponda con los debates de la legislatura.
La serie electoral autonómica dibuja una izquierda mayoritaria, con el destacado papel de IU en comparación con lo que se vota en la mayoría de las regiones, y un PP casi igualado con el PSOE. Hay más votos a la izquierda, pero la derecha tiene una representación muy importante. Sin embargo, en cuanto pasan las elecciones las propuestas del PP son inexistentes o no superan los contornos de una rueda de prensa. Las pocas energías que se emplean van destinadas para respaldar la política del PP nacional y para repetir sus consignas. Si Rajoy dice que Zapatero no cumple sus compromisos con Asturias, los portavoces del PP regional repiten que nuestra región es la gran olvidada del Gobierno central, aunque sea la que tiene asignada la mayor inversión por habitante en los Presupuestos Generales del Estado del presente año.
Como esta dinámica viene de mucho tiempo atrás, se ha creado una situación distorsionada de modo que el llamado debate regional es casi siempre una disputa entre posturas de izquierda, bien sea entre portavoces políticos o sociales. Ante una legislatura en la que la oposición puede tener un claro protagonismo, lo que destaca es la toma de posición de IU, y su pretensión de plantear proposiciones de ley en la Cámara. El PP aguarda el mitin de Rajoy.
La trascendencia del problema excede el protagonismo de los líderes políticos y tiene que ver con los discursos y los modos de pensar que resultan hegemónicos en una sociedad como la nuestra, que lleva 25 años oyendo argumentar de la misma manera.
SIN COMPLEJOS
En la última campaña electoral la discusión de la izquierda se ha centrado en asuntos tales como la incineradora de Serín o la presa de Caleao. Son dos clásicos debates de la izquierda, en los que chocan las necesidades de la sociedad urbana con el discurso medioambiental en su versión más exigente. Para la derecha, en teoría, esos debates son falsos, porque el vertedero de Serín se colmatará en el año 2015 y los procesos de biometanización son una mera mejora, pero no tienen la categoría de alternativa a la incineradora; en cuanto a la presa de Caleao, su construcción no tiene vuelta de hoja, porque el consumo de agua en la zona central está por encima de la garantía de suministro del actual complejo Tanes-Rioseco. Sin embargo, a la hora de la verdad, el PP habló con voz baja en estos debates sin decir nada sustancial y jugando el papel de “tercer partido”. En otras comunidades autónomas, la derecha entra con fuerza a esos debates, acusando a los socialistas de inhibición, de dilatar las soluciones, de permitir que se gangrenen las heridas. Para un PP sin complejos, el debate de Serín o de Caleao sería una mera cuestión de fechas, como si se tratase de la autovía del Cantábrico.
El silencio de la derecha regional hace que algunas cuestiones ni siquiera lleguen a consideración del público. La más llamativa es la de los impuestos, que nos afecta a todos. En Asturias es de los pocos territorios donde el debate impositivo se mueve entre dos posiciones: mantener la carga tributaria o aumentarla, bien por elevación del gravamen o por la creación de nuevos impuestos verdes. Lo mismo ocurre en educación o sanidad, donde todo se reduce a mantener la dosis de lo público o aumentarla. La derecha regional sólo aparece en los resultados electorales.