Este verano se ha convertido definitivamente en el de las polémicas localistas, la recuperación de las viejas rivalidades, la vuelta a la dialéctica, Oviedo/Gijón. El fallido traslado del Instituto de la Mujer fue el inicio de las divergencias. El asunto se cerró en falso, porque si bien esa sede del Principado seguirá en Oviedo, otras de igual rango, como la Dirección General de Pesca, están en Gijón. El Gobierno regional dijo que seguiría descentralizando sedes por toda la región, mientras consideraba inamovible la ubicación del Instituto de la Mujer. Para el futuro nadie sabe a qué atenerse, igual queda todo en Oviedo, como se adaptan las localizaciones a la realidad territorial del área central de la región.
La discusión sobre las sedes dio paso a la guerra de cifras sobre turismo. La lucha por ser la plaza líder del sector llevó a un intercambio de datos sesgados, ya que es muy difícil ser juez y parte en las polémicas. Vista en perspectiva resulta bastante absurda la discusión, porque no conlleva efecto alguno. De lo que no cabe duda es que Gijón y Oviedo son, junto a los municipios del oriente regional, los grandes motores del turismo asturiano, un sector que aporta el 10,8% al PIB regional. Gijón y Oviedo captan turismo de congresos, pero en general tienen una oferta turística distinta, como corresponde a dos ciudades muy diferentes. Gijón y Oviedo se complementan en sus atractivos turísticos, por más que los concejal es de sus respectivos ayuntamientos se tiren los trastos a la cabeza.
Otro motivo de controversia fueron las ideas apuntadas sobre la reforma del Estatuto de Autonomía. Paz Fernández Felgueroso propuso que la nueva redacción del Estatuto conceda al Gobierno regional la potestad de fijar las sedes de servicios u organismos del Principado sin necesidad de venir autorizado por ley. Una fórmula que vale para cualquier comunidad autónoma, pero fue replicada por Gabino de Lorenzo al pretender reforzar la singularidad de Oviedo como depositario de todas las instituciones regionales en el Estatuto reformado. Por encima de cualquier otra consideración, De Lorenzo entiende la capitalidad como una fuente de privilegios.
Y como colofón, el cruce de declaraciones sobre la Feria de Muestras auspiciado por el presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, Luis Arias de Velasco, al declarar que “si Oviedo es la capital de Asturias y no está en la Feria de Muestras, a lo mejor es que es un poco menos capital”. Una crítica que tuvo su réplica en boca del edil carbayón, José Suárez Arias-Cachero: “la Feria de Muestras tiene un modelo caduco propio de los años cincuenta”. Sobre este asunto de la Feria conviene realizar algunas reflexiones.
Lo primero es hacer una pequeña precisión sobre las fechas: el actual modelo de la Feria de Muestras parte de los años sesenta del siglo pasado, así que no tiene sentido referirse a la década de los cincuenta. Ajustado el calendario, vamos a la cuestión. La Feria de Muestras necesita una renovación, porque el modelo acusa el paso del tiempo, aunque se hayan realizado reformas muy importantes en el recinto ferial. Lo que ocurre es que es muy difícil innovar cualquier producto de éxito, bien sea una feria de muestras, una institución cultural o un prototipo de coche. El éxito crea enormes inercias y cualquier novedad se ve como la puerta abierta al riesgo. Vamos a poner un ejemplo en clave ovetense para que los ediles de la capital lo entiendan mejor: tras veinticuatro años de chiringuitos por las calles durante las fiestas de San Mateo, el modelo se perpetúa, aunque haya perdido la lozanía de las primeras ediciones.
El concejal, Arias-Cachero, afirma que la Feria de Muestras está en una fase de estancamiento y se remite al número de visitantes. En este punto se equivoca, porque la FIDMA recibe más visitas que cualquier evento de su rango en toda España. Rozar las700.000 visitas cada año es algo muy difícil de lograr, así que la supuesta crisis debe argumentarse tomando otros parámetros.
Pero la cuestión del futuro de la Feria de Muestras no debe desligarse de la participación del Ayuntamiento de Oviedo. Tras más de veinte años de asistencia al evento (una práctica iniciada con Antonio Masip, como alcalde), el Consistorio de la capital decidió su abandono por un problema de escasez de espacio, provocado por reformas introducidas en los pabellones. Sin discutir las razones de una ausencia que podría justificarse como algo puntual, lo que no se tiene de pie es que el Ayuntamiento de la capital se abstenga de participar en un certamen de tanta relevancia regional. Seguro que los responsables de la Feria de Muestras sabrían atender las necesidades del Ayuntamiento de Oviedo, si tuvieran voluntad devolver a ella. Pero ese es el problema.
EL GRAN OVIEDO
El equipo de gobierno municipal ovetense no tiene ninguna voluntad retornar a la Feria de Muestras, porque todos los esfuerzos del Ayuntamiento van orientados a un entorno más próximo: la creación del “gran Oviedo”. Se trata de realizar proyectos que influyan en un territorio cercano, sobre el que se asientan los municipios de Siero y Llanera, prolongación urbanística de la capital, y desde esa zona de influencia contrastar con otras iniciativas regionales. Participar en la Feria de Muestras no es útil. El desigual reparto electoral del mapa regional, dejando en manos del PSOE la gran mayoría de municipios de la región, propicia esa política ovetense, que cuenta como principal arma el empuje económico de ese territorio sobre el que se sueña el “gran Oviedo”. El estatus de capital favorece a Oviedo, como hace lo propio con Mérida, Santiago de Compostela o Vitoria.
Aunque es tema para un solo artículo, anticipemos que en los últimos cincuenta años, cuando Oviedo o Gijón tuvieron tentaciones aislacionistas, recrearon el mapa regional como un territorio de dos provincias. Eso es lo que late en el fondo de las posturas del Ayuntamiento de Oviedo en las polémicas de este verano, aunque en tal o cual punto no le falten razones para defender sus posturas. De las polémicas de agosto, de esa vieja rivalidad, sólo hay un gran ausente: el Gobierno regional, que es la única institución competente en materia de reordenación del territorio.