Laura González va a encabezar la lista al Congreso de los Diputados de IU. La ex consejera de Vivienda y Bienestar Social del Principado había hecho planes para disfrutar de la vida familiar, un deseo completamente lógico en una persona que tiene más de 65 años, pero su partido le ha pedido que siga en primera fila de la política luchando por un escaño en el Congreso.
La decisión me parece un completo acierto, por la personalidad de la aspirante a diputada, la acogida que tiene en diversos sectores de la organización y la gran experiencia que atesora. En Laura González no hay distancia entre la persona y el personaje. Se expresa siempre igual, con suma naturalidad, y esa es una cualidad impagable, tanto para políticos, actores o presentadores de televisión. No tiene problema en reconocer que en su gestión política hay errores y déficit, ni está pendiente de zaherir constantemente a sus rivales. Laura está para hacer cosas, luego ya llegarán otros para ponerse las medallas. Ella quería hacer viviendas protegidas, aunque luego fueran cuatro o cinco socialistas los que salieran en la foto poniendo la primera piedra de las casas.
IU es una organización atravesada por luchas intestinas desde su fundación. Heredó la peor tradición cainita del PCE, y no es fácil encontrar a un dirigente que no sea denostado por la mitad de la organización. Laura González es una excepción a esa norma, porque es una persona de consenso, siempre dispuesta a integrar las distintas posturas. En las negociaciones con los socialistas, Laura siempre se alineó con el sector que quiso llegar a acuerdos por encima de todo, al entender que el voto recibido de los ciudadanos es para solucionar problemas no para pasarse la vida formulando discursos críticos desde la oposición. Laura González fue concejala en Avilés, candidata a la Presidencia del Principado en 1991, presidenta de la Junta General del Principado, eurodiputada y consejera de Vivienda y Bienestar Social. Ningún dirigente asturiano de IU, incluyendo Llamazares, tiene un currículo tan dilatado. Aún con todo, el reto de alcanzar un escaño en Madrid es sumamente complicado, porque IU no atraviesa las mejores horas y el dibujo bipartidista avanza en España en cada elección.