La posibilidad de que Pilar Fernández Pardo encabece la candidatura al Congreso de los Diputados en las elecciones de marzo supone un cambio en la estrategia del PP asturiano. Desde la crisis creada con la expulsión de Sergio Marqués, el PP regional se ha dejado llevar por la inercia, más pensando en conservar que en ganar, y manteniendo el statu quo interno, para evitar la repetición del espectáculo de la lucha entre compañeros de partido. La excepción a este planteamiento ha venido de las aportaciones de Álvarez-Cascos, que dedicó ingentes energías a levantar una organización debilitada tras la escisión de la URAS. En la primera legislatura de Álvarez Areces, el entonces ministro de Fomento lideró la oposición del PP asturiano, desde Madrid, por el método de confrontar las obras públicas del Gobierno de Aznar con el bloqueo de los enlaces de la autovía minera, a los que cortaron el grifo de la financiación el Gobierno del PP y los sindicatos de la minería. Los dirigentes del PP regional se dedicaron a glosar los logros del Gobierno central, sin hacer oposición con los argumentos propios de la política autonómica.
Dejando a un lado la brega de Álvarez-Cascos y el “reinado” de Gabino en Oviedo, favorecido por el “establishment” local, la única dirigente del PP asturiano que realizó todo tipo de esfuerzos para desbancar a los socialistas fue Pilar Fernández Pardo. No lo tuvo fácil desde que se hizo con el PP de Gijón, en el año 2003, porque a la solidez del PSOE local (una organización que lo ha ganado todo desde las primeras elecciones democráticas) se sumaron las zancadillas que le pusieron dentro del partido. No obstante, Fernández Pardo encabeza un grupo municipal de doce concejales, una marca que nunca había logrado este partido en el Ayuntamiento de Gijón.
Colocar al frente de la lista al Congreso de los Diputados a Pilar Fernández Pardo supondría pasar página dentro del PP regional, porque significaría el fin de un periodo caracterizado por la alianza entre el equipo de Ovidio Sánchez y el alcalde de Oviedo. Un cambio generacional y una apuesta por la renovación, ya que optar por Fernández Pardo, en vez de Jaime Reinares o Fernández Rozada, es encarar las elecciones sin pensar en el pasado.