Sin debates televisados entre los candidatos y sin alternativas realistas de los partidos políticos, las campañas son un circo
Cuando faltan cuatro semanas para las elecciones generales, el estilo de campaña en Asturias lo ha impuesto Gabino de Lorenzo respondiendo a las preguntas de los periodistas mediante el género epistolar y supliendo los debates electorales con largos monólogos ante la cámara, que luego se envían a los periódicos en forma de DVD. De esta forma brilla el ingenio, a base de estudiar respuestas perspicaces y de ensayar una suerte de gracia natural que le hace referirse a la ministra Magdalena Álvarez como la «sonrisa del socavón». De Lorenzo, tan rodeado de consejeros áulicos ex-socialistas, ha heredado la peor tradición electoral del PSOE, personificada en el detestable estilo de Alfonso Guerra, con el que la dialéctica política se reduce al escarnio del rival, siendo incapaz de referirse a la ley de divorcio sin sacar a relucir los sucesivos matrimonios de dirigentes del PP. ¿Qué gracia muestra Alfonso y qué salero tiene Gabino! En las urnas son imbatibles.
Al otro lado no hay nadie, porque Álvaro Cuesta se reserva para los cuatro mítines de rigor, con la parsimonia del candidato que camina rutinariamente hacia las urnas, porque lleva 26 años formando parte de la lista asturiana, acostumbrado a que González, Almunia o Zapatero piquen a la puerta del votante. Los socialistas dicen que el reparto de escaños en nuestra región está cantado, cuatro para cada uno de los dos grandes partidos, así que basta con cumplir con la liturgia de entregar unos cuantos folletos en la calle y escoltar a Zapatero el día que visite nuestra región. Un dechado de imaginación.
En democracia, las campañas electorales, para ser dignas de tal nombre, exigen que se cumplan dos condiciones: debates televisados entre los principales candidatos, y alternativas para los problemas del presente. Sin esos elementos, las campañas son un circo. En Asturias, De Lorenzo ya ha dicho que renuncia a los debates televisados, así que nos tendremos que conformar con el doble duelo entre Zapatero y Rajoy, en el que se decantará el voto indeciso.
El otro asunto exigible es el de ofrecer soluciones a los problemas. No me refiero a esa literatura menor, que con el nombre de programa electoral sirve para vender propuestas halagadoras para el elector. Los programas de los partidos tienen poco que ver con los problemas del país. Les pongo un ejemplo. Hasta la fecha, las principales propuestas de Zapatero y Rajoy versan sobre devoluciones de impuestos, entregando Zapatero 400 euros a los declarantes del IRPF, y elevando Rajoy a 16.000 euros el mínimo exento de ese mismo impuesto, así como prometiendo una rebaja de 1.000 euros adicionales para las mujeres.
Gasto público
¿Qué tiene que ver eso con las necesidades de España? ¿Están muy altos los impuestos en este país? ¿La crisis económica, con el natural descenso de la recaudación tributaria que traerá aparejado, aconseja al Estado renunciar a miles de millones de euros por la vía de nuevas devoluciones y exenciones? ¿En época de crisis se puede compaginar la rebaja de impuestos con un gasto público expansivo? ¿De dónde sacarán recursos para crear 300.000 plazas de guardería (PSOE) o 400.000 (PP)? ¿Con qué dinero va a subir el Estado las pensiones mínimas en 200 euros (PSOE) o en 150 euros (PP)? Sobran caramelos para el elector y falta un mínimo de seriedad para encarar los problemas.
Hay una parte del debate electoral que tiene que versar sobre la legislatura recién terminada, así que entiendo las largas controversias sobre la negociación con ETA, pero no se pueden eludir las cuestiones a las que está España enfrentada. En primer lugar, la crisis económica. Es ridículo que el Gobierno minimice el empeoramiento súbito de todos los indicadores económicos y resulta grotesco que el PP eche la culpa del agravamiento a Zapatero, cuando afecta a EE UU, Alemania, Francia (sí, la Francia de Sarkozy), Italia… La morosidad de los créditos en algunas cajas de ahorro aumentó un 90% en el último año, creciendo por encima del 30% en los dos grandes bancos. ¿Qué hacer? Otra referencia sobre la crisis: con la inflación por encima del 4% debe hacerse algo más que lamentar el incremento del precio de los alimentos. Las alegrías con el gasto público, que llevan los partidos en sus programas, aumentarán las tensiones inflacionistas.
Un debate que no se puede eludir es del modelo energético ante el encarecimiento del petróleo y del gas. Más allá de la necesidad de acomodar el consumo de energía a la lucha contra el cambio climático, está la insoportable dependencia de España del exterior. Además de extender la oferta de megavatios eólicos y de apostar por la energía solar o por la biomasa, ¿qué se va a hacer? ¿Se va a interrumpir la moratoria nuclear? ¿A qué otro recurso se piensa acudir?
Dentro de la energía, la generación eléctrica forma un capítulo entero, porque estamos creando una pavorosa deuda sobre los contribuyentes españoles que pagarán los próximos años por tener artificialmente barata la factura del suministro de luz. En este año será tan grande el importe de la factura que aplazamos, como el recibo que tenemos que afrontar mes a mes.
Mapa eléctrico
Más importante aún es el modelo de mapa eléctrico. Zapatero inició la legislatura advirtiendo de la posición dominante de Endesa e Iberdrola en el mercado español, y luego, para apoyar la opa de Gas Natural sobre Endesa, creó la tesis de los campeones nacionales. Pues bien, acaba el mandato con los campeones extranjeros (Enel, el Estado italiano, y E.on, capital público alemán) despiezando Endesa. Ahora, EdF (86% en manos de Sarkozy) amenaza con hacerse con Iberdrola, para despiezarla posteriormente. ¿Cómo está tan callado Pizarro? ¿Si tenía la ocasión de oro para lucirse?
Por último está el controvertido asunto de los nuevos estatutos de autonomía, que piden a gritos una nueva LOAPA para hacerlos manejables políticamente. Ni una palabra dicen los candidatos sobre el particular. Ni sobre la salida al problema de la financiación autonómica, el famoso sudoku de Solbes. Aunque sobre este particular no desespero: tal vez lo resuelva Gabino en un monólogo y nos envíe la solución por DVD.