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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ZP no se calla

En Vistalegre, el candidato Zapatero ha realizado el principal acto de precampaña electoral. El dirigente socialista ha ensayado un discurso distinto, reivindicando los derechos civiles frente al PP. Un estilo clásico del Partido Demócrata americano, abierto a la sensibilidad de las minorías (hispanos, ciudadanos de color, feministas, ecologistas) ante el discurso del Partido Republicano. Zapatero ha gritado un reivindicativo «no me callo» frente a la xenofobia, la homofobia, los enemigos de la investigación biomédica… El candidato socialista ha identificado al Partido Popular con la derecha involucionista.

Para un observador es muy curioso contemplar el giro argumental que ha tomado la precampaña electoral, con la derecha empeñada en hablar de economía, algo que evitó a lo largo de la legislatura, y con la izquierda retomando la bandera de los derechos ciudadanos sin poner encima de la mesa la creación de empleo o el crecimiento del PIB.

En la campaña electoral de 1996, cuando el PP estaba en la oposición, los socialistas levantaron el espantajo del miedo a la derechona, con el bigote de Aznar como emblema. Baste recordar aquel recurso publicitario del doberman. Sin embargo, Aznar llegó de puntillas, se declaró hablante del catalán en la intimidad y en su primer mandato dialogó con CC OO. Ni asomo de derecha radical. Si contuvo el gasto en sanidad o en educación fue por la ineludible necesidad de pasar el examen de las condiciones de Maastricht para entrar en el euro. Otra cosa bien distinta fue lo que ocurrió después del año 2000, cuando apoyado en 183 diputados se envolvió en la soberbia de la mayoría absoluta, y empezó con el discurso del cuaderno azul, la boda de Estado de su hija en El Escorial, etcétera. Aunque los verdaderos disparates llegaron cuando intercambió teléfonos con Bush, y entonces acabó llevando a la ruina a su partido. Tengo la sensación de que Rajoy es lo más opuesto psicológicamente a Aznar. Pese a que lo creen los estrategas del PSOE, el verdadero problema para Rajoy no está en identificarlo con la involución, sino en enfrentarlo a sus contradicciones: Estado fuerte y apoyo al Estatuto andaluz, sumisión a Rouco y asunción de los matrimonios homosexuales.

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por JUAN NEIRA

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