Cuando PSOE e IU fracasaron en su intento de negociar un nuevo gobierno de coalición en la región, las relaciones entre ambas fuerzas políticas pasaron de la sintonía a la hostilidad. El presidente Areces formó un gobierno monocolor, sin suficiente base parlamentaria, mientras que IU anunciaba una estrategia de castigo, resumida en las declaraciones de Ángel González –número dos de IU-, al aseverar que sin la participación de su grupo en el Ejecutivo el rechazo a los Presupuestos del Principado estaba garantizado. Areces intentó consensuar con PP e IU un proyecto presupuestario, pero por primera vez desde que es presidente el Principado entró en prórroga presupuestaria.
En el segundo verano del mandato las perspectivas han cambiado. El Gobierno regional anuncia que va a tratar de negociar con IU el Presupuesto para el año 2009, y desde esta fuerza política se acepta la oferta, señalando algunas prioridades, como el incremento de gasto social. Un año antes, el Principado no había escogido a IU como socio preferente para negociar los Presupuestos, y los dirigentes de IU tenían decidido el rechazo presupuestario. ¿Se ha iniciado el deshielo entre las fuerzas de izquierda?
El primer año de mandato no ha pasado en balde. IU inició el curso político con la idea de poner en práctica la táctica de “la pinza” (convergencia con el PP) y dejar al Ejecutivo socialista en minoría en el Parlamento. El primer test fue el debate del estado de la región, en el que pudo comprobar lo fácil que era sumar votos con el PP. Toda la política de IU estuvo orientada a aunar las iniciativas de la oposición, con el objetivo estratégico de hacer inviable el Gobierno monocolor socialista, y así poder abrir cuanto antes las puertas a una nueva negociación para entrar en el Gobierno. IU no estaba preparada para pasarse la legislatura sentada en los escaños de la oposición, y la manera de cambiar de ubicación pasaba por el fracaso del Ejecutivo de Areces. En el Pleno de los Presupuestos logró su objetivo.
El presidente Areces conoce bien a IU y tiene una larga experiencia en presidir equipos de gobierno con mayoría relativa (los tres mandatos como alcalde de Gijón), así que buscó unos aliados que blindaran su política de los ataques de IU: sindicatos y alcaldes. Sometió su política de inversiones a la liturgia de la concertación social, y con la bendición de los agentes sociales (CC.OO, entre ellos) acudió al Parlamento a pedir permiso para financiar las inversiones del Gobierno. Hizo la misma operación con los alcaldes, convirtiendo a los ayuntamientos en beneficiarios de los nuevos recursos. Por la vía de dos créditos extraordinarios obtuvo el plácet a las inversiones negadas cuando presentó los fallidos Presupuestos.
Mientras IU confiaba en el diseño de “la pinza”, el Gobierno regional hizo política fuera del Parlamento para ponerse al abrigo de las fuerzas de la oposición. En el fracaso de “la pinza” jugó un papel muy importante el PP, que se vio favorecido por el desencuentro de los partidos de izquierda y planteó una línea política autónoma, que incluye acuerdos con el Gobierno cuando es positivo para los intereses que representa.
El mejor ejemplo de esto último es lo que ha sucedido en la ponencia parlamentaria que elabora la reforma del Estatuto de Autonomía. IU es el único partido que tenía grandes esperanzas en la revisión del Estatuto para introducir a nuestra comunidad autónoma por la senda catalana de contenidos identitarios. Si hubiese estado en el Gobierno, tendría un arma para presionar: la amenaza de la crisis en el Gobierno de coalición. Sin ese argumento, el papel de IU en la ponencia fue marginal, llegándose a un rápido y mayoritario acuerdo entre PSOE y PP.
SEGUNDA OPORTUNIDAD
La experiencia de la habilitación de recursos extrapresupuestarios y lo sucedido en la ponencia de la reforma del Estatuto dejan a IU en una situación muy incómoda, distinta de la prevista por sus dirigentes cuando estrenaron la condición de fuerza opositora. La pérdida de votos en las elecciones generales añade dudas sobre la estrategia empleada.
A los socialistas les ha ido mejor de lo previsto, en el primer año, gracias al papel jugado por el PP. Aún así, la legislatura no ha hecho más que comenzar, y es difícil abordar tres ejercicios presupuestarios en crisis económica por la vía de los créditos extraordinarios. El PP puede cambiar de estrategia en su próximo congreso y, en cualquier caso, cuando crezca el desempleo el panorama va a empeorar. Dada la distribución de fuerzas en el Parlamento lo más natural es la plasmación de la mayoría de izquierdas en el Presupuesto.
En Asturias, hay más tradición de acuerdos sociales que de pactos políticos. En el anterior mandato se dio un avance cualitativo con el primer gobierno de coalición de la etapa autonómica. Cuando el electorado no otorga mayorías absolutas, las direcciones de los partidos deben resolver las indefiniciones que provoca un escenario de mayoría relativa. Ahora bien, ningún pacto de gobierno se cimienta sobre vetos ideológicos de la fuerza minoritaria sobre proyectos claves para la región, bien sean de naturaleza industrial o medioambiental. La situación ha madurado: la coalición de izquierdas merece una segunda oportunidad.