Los créditos extraordinarios aprobados en primavera por la Junta General del Principado suponen trabajo en verano. 232 proyectos están ya en marcha, lo que representa el 73% de los 312 millones de euros autorizados para gastar por el Parlamento. La prioridad fijada por el Gobierno son los proyectos municipales (saneamiento, abastecimiento, obras), una opción escogida porque supone un balón de oxígeno para las pequeñas empresas del ramo de la construcción, que no tienen participación en las grandes infraestructuras de transporte (autovías, variante de Pajares, ampliación de El Musel).
Tener recursos y no emplearlos es absurdo. El parón para la inversión que implicaba la prórroga presupuestaria fue resuelto por la vía de las habilitaciones de crédito extraordinario. En el año 2007 había crecido la recaudación tributaria en el Principado, como en el resto de España, así que era lógico emplear ese incremento de dinero, a lo largo del presente año, en proyectos municipales y en otros objetivos perentorios, como la financiación del gasto sanitario. Si el Principado tuviera una deuda elevada, puede que la mejor solución fuese dedicar el plus de recaudación a amortizar parte del crédito, pero al ser una de las comunidades con menor deuda, la opción de aplicar el dinero a realización de obras o a contrataciones de personal es la más adecuada. Esto lo entiende cualquiera, pero como la batalla parlamentaria se rige por otros argumentos, los presupuestos fueron rechazados al contar la oposición con votos para ello. Por fortuna, en esta ocasión se impuso, al final, la voluntad constructiva y los tres grupos parlamentarios dieron salida a los recursos ociosos.
Para el próximo año no debería repetirse la misma operación, porque estamos de lleno en una crisis económica de gran envergadura que implica cambiar las prioridades presupuestarias. Como ha reconocido el consejero de Economía, Jaime Rabanal, el próximo presupuesto partirá de un déficit, así que hay que hilar fino en la aprobación de las partidas. La disyuntiva no está, como dicen los dirigentes de IU, entre hacer una política más de izquierdas o más de derechas, sino en evitar incurrir en disparates presupuestarios y en tener la valentía de romper con rutinas.