EL hilo conductor de la jornada electoral en el País Vasco y Galicia es el triunfo de las fuerzas de oposición. En Galicia, la victoria holgada de Alberto Núñez Feijóo permite volver a los gobiernos monocolor del PP, mientras que en el País Vasco los 38 escaños del PSE, PP y UPyD marcan un cambio histórico, al perder el nacionalismo la hegemonía que le ha permitido gobernar desde el año 1980.

La victoria del Partido Popular gallego constituye una gran baza para Rajoy, que podrá callar la boca a los críticos de su partido que esperaban una derrota en esta comunidad autónoma para plantear una operación sucesoria. Rajoy se implicó fuertemente en la campaña electoral gallega y ahora recoge los frutos. El Partido Socialista y el BNG se dejaron un cinco por ciento de los votos, dañados por una campaña electoral en la que se han aireado los lujos de la presidencia gallega y las amistades peligrosas del líder del Bloque.

Con ser importante lo acontecido en Galicia, con la vuelta al poder del PP, el verdadero acontecimiento de la jornada estuvo en el País Vasco. En Galicia se ha producido un cambio de gobierno, pero en el País Vasco se ha puesto punto final al ‘establishment’ del nacionalismo. Una comunidad autónoma ahormada en las emociones y las subvenciones del PNV ha votado a favor de otra mayoría política, que inequívocamente tendrá como presidente a Patxi López. Desde estas líneas hemos criticado muchas veces la estrategia de Zapatero hacia el País Vasco, pero justo es reconocer que fue Zapatero el líder que apostó por cambiar la línea política del socialismo vasco, apoyando a Patxi López, y cinco años más tarde ve coronada con éxito su estrategia.

La pérdida del gobierno para el PNV es un fracaso político y personal de Ibarretxe, un líder que siempre antepuso la ideología a la realidad plural de la sociedad vasca. Tras diez años de insistir en la fórmula de de nacionalismo contra estatalismo, se ha quedado sin votos (el tripartito ha perdido 63.000 sufragios) para gobernar. Puede que el PNV luche por ser socio minoritario de un gobierno presidido por Patxi López, pero en esa operación no estará Ibarretxe.