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Juan Neira

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LA DIGESTIÓN ELECTORAL

En Galicia el partido que estaba en la oposición ganó las elecciones por mayoría absoluta, así que la victoria del Partido Popular en esta comunidad autónoma no admite matizaciones. El mérito es del candidato gallego, Núñez Feijóo, y de Rajoy, que se volcó en la campaña. Las consecuencias de la jornada electoral son claras: Feijóo tendrá las manos libres para gobernar y Rajoy gana crédito frente a los críticos de su partido, siempre dispuestos a tejer la conjura de los necios. La erosión sufrida por el PP, por las presuntas prácticas corruptas detectadas en Madrid y Valencia, queda compensada con lo que ocurrió en la última semana: dimisión de Bermejo y marea de votos en Galicia. Los mejores días de Rajoy desde que es presidente del PP.
De modo simétrico, la derrota de los socios del Gobierno gallego, PSdG y BNG, no tiene paliativos. Touriño ya es un militante de base del Partido Socialista. Anxo Quintana, líder del Bloque, afirmó, ayer, que no le gusta eternizarse en los cargos, y que el BNG debe mirar por su futuro. Victoria y derrota rotundas en Galicia.
En el País Vasco, la lectura de los resultados es más compleja. La única conclusión clara es que se ha quebrado el frente nacionalista que presidió Ibarretxe durante los últimos diez años. Por primera vez en tres décadas de autogobierno vasco existe una mayoría alternativa formada por diputados que se sienten tan españoles como los andaluces o los asturianos. En eso se plasmó el tan invocado «derecho a decidir». El domingo fue un día histórico.
La voluntad expresada por los ciudadanos pasa por el tamiz de las alianzas de los partidos para transformarse en opciones de poder. Ahí empiezan las complicaciones. Un Gobierno tripartito formado por PSE-PP-UPyD sería un torpedo en la línea de flotación del Gobierno de Zapatero, que quedaría sin socios parlamentarios para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Zapatero necesita al PNV. Es una ironía del destino que la subordinación de los socialistas vascos a Madrid sea lo que pueda evitar el arrinconamiento del PNV.
A Zapatero le interesa una coalición transversal, PNV-PSE, como las que presidió Ardanza entre 1986 y 1998. Ese Gobierno bipartito debería ser presidido por el socio mayoritario, el PNV. Una fórmula así sería una bomba para las bases y los votantes del PSE. Para los vascos que no son nacionalistas, la única opción útil pasaría a ser el PP o UPyD. Por todo ello, Patxi López tiene la obligación histórica, moral y política de ser el próximo presidente del País Vasco. Felipe González lo dejó claro en la campaña.
Atrapado entre las necesidades de Zapatero y el mandato de los electores, Patxi López podría optar por presidir un Gobierno monocolor socialista con apoyos puntuales en el Parlamento. Es muy difícil aguantar así una legislatura, pero puede verse forzado a hacer de equilibrista en el alambre.
Influencia en Asturias
Los resultados electorales de gallegos y vascos son asimilados por los partidos y los dirigentes políticos asturianos. Es más extrapolable el mapa electoral gallego a Asturias porque se trata de tres fuerzas parlamentarias que vienen de una legislatura gobernada por un bipartito. Además, en Galicia, como en Asturias, no existen los factores diferenciales del País Vasco: grupos ilegalizados llamando al voto nulo y la incomunicación entre nacionalistas y no nacionalistas.
La influencia de los comicios en Galicia va a percibirse pronto en la política del PP de Ovidio Sánchez. Hace unos pocos meses, las encuestas daban como segura la victoria del bipartito, Partido Socialista-BNG.
A partir de entonces, una campaña de desprestigio sobre los principales líderes de la Xunta, Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana, fue minando sus opciones electorales. Los aspectos más corrosivos de la crítica estuvieron relacionados con los gastos suntuarios y las relaciones con empresarios que ganaron concursos públicos.
Desde que Álvarez Areces gobierna en Asturias (año 1999), el grupo parlamentario del PP ha recurrido frecuentemente al argumento del pelotazo, como forma de oponerse al Ejecutivo socialista. En los últimos meses, ese tipo de crítica se ha concretado en la expresión de los «chiringuitos socialistas». Es más que probable que arrecie la campaña del PP contra el Principado tras el éxito de Núñez Feijóo, que ya ha anunciado que diminuirá en un 40% el número de altos cargos de la Xunta y que venderá el coche blindado de Touriño.
La izquierda también va a sacar consecuencias de la derrota en Galicia. La más importante tiene que ver con el grado de cohesión del Gobierno. Al bipartito gallego lo minaron las desuniones internas, producidas por las veleidades del BNG. En tres meses de gobierno de coalición en Asturias ya han empezado a aparecer discrepancias, como las protagonizadas por Riopedre y Valledor. Con un descontento social creciente, propio de una crisis económica profunda, las desavenencias internas se pagan caras.
Más cambios. El famoso Noroeste, como polo de referencia político, también quedará en nada, porque las mayores afinidades se darán entre Galicia y Castilla y Léon. Ahora bien, ningún otro proyecto le puede hacer más daño al Gobierno de coalición que la recuperación del AVE del Cantábrico por la Xunta. La negativa de la izquierda a la alta velocidad de la Cornisa Cantábrica dejaría a Asturias como un territorio incomunicado, entre un AVE que acerca Revilla hasta Santander y otro ramal que llevaría Núñez Feijóo hasta el Eo. Difícil papeleta.

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por JUAN NEIRA

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