EL PNV ha finalizado su ronda de contactos con el resto de formaciones parlamentarias constatando que no tiene suficientes apoyos para que Ibarretxe salga elegido con mayoría absoluta. La negativa a secundarlo de PSE y PP deja a los nacionalistas a la espera de las gestiones que haga Patxi López. En la práctica, las posibilidades del PNV de formar gobierno son prácticamente nulas, porque Antonio Basagoiti, líder del PP, ya ha dejado claro que va a apoyar la investidura de Patxi López; la aritmética muestra que PSE y PP juntos tienen un escaño más de los que se necesitan para convertir al candidato socialista en presidente.
Señalé que las opciones del PNV son prácticamente nulas, porque cabe una probabilidad marginal de que al final los dos grandes partidos españoles no se pongan de acuerdo. Basagoiti quiere negociar las líneas generales del programa del nuevo gobierno con los socialistas, y en cualquier negociación cabe el fracaso. El líder del PP señala que el cambio no es Patxi López, sino PSE y PP. Se ve que quiere marcar el territorio para no verse obligado a una mera estrategia de adhesión a la alternativa socialista. Es una postura lógica la del líder del PP, pero no debe llamarse a engaño. En el pleno de investidura los diputados del PP no tienen otra opción que votar al candidato socialista. Otra cosa es lo que hagan a partir de entonces, porque un gobierno monocolor socialista admite distintas formas de apoyo, que pueden pasar en ocasiones por la abstención para que los proyectos del gobierno sean derrotados en la Cámara por las fuerzas nacionalistas. La única forma de garantizar los apoyos parlamentarios consiste en formar un gobierno de coalición, algo que descartan los socialistas por dos razones: para evitar romper puentes con el PNV y para no crearle más problemas a Zapatero. A ello se refirió al día siguiente de las elecciones José Blanco, cuando dijo que había que evitar la estrategia del choque de trenes.
Si Ibarretexe no hubiera prescindido de los partidos constitucionalistas durante diez años, ahora hubiera podido formar un gobierno de coalición con los socialistas, respaldado por 55 diputados. El PNV obtuvo un buen resultado en las urnas, pero el afán de Ibarretxe por la política de frentes lo invalida para encabezar un gobierno transversal.