En Galicia y Castilla y León hay acuerdo entre los dos grandes partidos, PSOE y PP, sobre la posición que deben defender en la negociación de la financiación autonómica. Una entente que no encuentra correspondencia en Asturias, donde el Principado dialoga con el Gobierno central sin contar con el respaldo de la oposición. Una situación curiosa, porque Núñez Feijóo trata de formar un frente común con Álvarez Areces, pero Ovidio Sánchez no tiene voluntad de sumarse al acuerdo; aunque también cabe contemplar la situación desde la otra orilla: los socialistas asturianos tiene fluidas relaciones con los gobiernos del PP de Galicia y Castilla y León, pero no hacen esfuerzos por estrechar relaciones con el partido de Ovidio Sánchez.

El Gobierno de Álvarez Areces cuenta con el respaldo mayoritario de la Junta General del Principado, merced a la alianza de gobierno con IU. Desde esa posición negocia con el Gobierno central, sin sentir la necesidad de ampliar los apoyos parlamentarios. Las dificultades del Principado en la discusión sobre el sistema de financiación proceden de otra parte: la búsqueda de un nuevo modelo vino impuesta por las comunidades ricas y densamente pobladas, cuyos intereses están objetivamente enfrentados a los de Asturias; y la posibilidad que tiene una comunidad de un millón de habitantes de alzar la voz en el concierto autonómico es muy relativa. No obstante, sería deseable que en el Parlamento regional, donde sólo toman asiento tres partidos, se pudiera llegar a un consenso, para proyectar un mensaje de unidad. Ni el PSOE ni el PP ni IU están por la labor.

En esta legislatura los dos grandes partidos fueron capaces de habilitar formas de gestión presupuestaria para que la prórroga de las cuentas regionales, durante el año 2008, no provocara contratiempos. Esa sintonía quedó quebrada con la espantada del PP en la negociación de la reforma del Estatuto de Autonomía, cuando ya se había alcanzado prácticamente un acuerdo. Con la entrada de IU en el Gobierno regional las posibilidades de recomponer el diálogo entre los dos grandes partidos pasó a ser muy remota, porque el PP muestra un rechazo ideológico hacia los comunistas, e IU no quiere ni oír hablar de cualquier forma de acercamiento entre dos grupos que suman 41 diputados, por miedo a quedar aplastada. Conclusión: ni la defensa de los intereses más esenciales de la región es capaz de unir al Parlamento.