El diputado autonómico Luis Peláez está convencido de que Álvarez-Cascos será el candidato del PP en las próximas elecciones autonómicas, porque es el más cualificado para la tarea y cuenta con el apoyo de las bases del partido. Después de la lucha interna desatada contra el ex ministro por los cuatro principales dirigentes municipales de Gijón, Oviedo, Avilés y Mieres, Luis Peláez considera que la elección del candidato recaerá sobre la dirección nacional del PP. Por su parte, el dirigente socialista Álvaro Cuesta está convencido de que el ex ministro no tiene ninguna probabilidad de ganar los comicios en Asturias, y asegura que su hipotética candidatura provoca desazón en los equipos directivos de Mariano Rajoy y Ovidio Sánchez.
Luis Peláez estará en la próxima candidatura del PP, porque fue de los seis diputados autonómicos que pidió la vuelta de Álvarez-Cascos a la política asturiana. Otros compañeros suyos del grupo parlamentario lo van a tener mucho más complicado, porque se mantuvieron fieles al aparato y rehusaron dar su apoyo al ex ministro. En el último año de la legislatura los diputados se asemejan a los ciclistas buscando posiciones para disputar el sprint. La vida profesional de un político se desarrolla por contratos sucesivos de cuatro años y ahora estamos en plena época de buscarse la vida para alargar el horizonte laboral hasta el año 2015.
Digo todo esto porque las resistencias a la candidatura del ex ministro surgieron por parte de dirigentes instalados en las instituciones (Junta General del Principado, ayuntamientos) que temen ser sustituidos por otros compañeros de partido ligados a Álvarez-Cascos. Esa inquietud llevó a redactar el comunicado de rechazo al ex ministro. La presencia en las listas asegura el ‘modus vivendi’ del político, pero la propia candidatura tiene otra función esencial: establecer dónde está el poder dentro de la organización. Un ejemplo. Si Álvarez-Cascos fuera muy generoso con la gente de Gabino de Lorenzo implicaría dar mucho poder al alcalde de Oviedo. En resumen, el cambio de equipos es tan doloroso como obligado.
Álvaro Cuesta habla con suficiencia ante la posibilidad de que sus compañeros se enfrenten a un contrincante muy complicado. Esa es la escenificación característica de los políticos profesionales cuando el rival provoca inquietud.