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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LOS PEORES DE LA CLASE

Lo más demoledor para el Gobierno de Asturias no son los discursos de la oposición ni el portazo de los constructores ni la bronca con las organizaciones del llamado “tercer sector” ni las conclusiones de las comisiones de investigación, lo peor es la publicación de las cifras de nuestra economía, donde se combinan de una forma original la anemia y la colesterolemia, la falta de hierro y la abundancia de grasa mala.
En un estudio de BBVA Research, que hoy se recoge en las páginas de economía de EL COMERCIO, se avanza que nuestra región fue la comunidad autónoma que menos creció en el año 2014. Frente a un incremento del PIB del 1,4% en España, Asturias sólo conoció un aumento en sus bienes y servicios del 0,7%. Para 2015 se espera un crecimiento del PIB nacional del 2,7%, y Asturias será la región que menos incremento experimentará, seis décimas por debajo de la media de los territorios. En el desastre sobresale el trienio (2012, 2013, 2014) de Javier Fernández, con una pérdida de riqueza de casi tres puntos.
Las cifras que expone el trabajo de BBVA research son una continuación lineal de otros trabajos realizados por el mismo organismo, por el Instituto Nacional de Estadística, por Funcas, por el Banco de España. Cambian las fechas pero permanecen los datos negativos. Por alguna oscura razón, o por una combinación de causas, somos la región que menos crece en las fases de ciclo expansivo y las que más riqueza pierde en las etapas de recesión. En los primeros cinco años de la crisis nos dejamos por el camino el 10% del PIB regional, una pérdida desoladora, sin parangón en otras comunidades. Igualmente, en los años de bonanza, 1998-2007, fuimos la región que menos valor añadido bruto obtuvo.
FAROLILLO ROJO
En la década de los años noventa del siglo pasado, y antes, Asturias ya era el farolillo rojo del pelotón autonómico, pese a que los Presupuestos Generales del Estado nos dieron un trato privilegiado hasta el año 2014. Recibimos la mayor inversión por habitante y tuvimos el mejor ratio inversor con respecto a nuestra aportación económica al conjunto nacional. Una constante que se mantuvo con los gobiernos de González, Aznar y Zapatero. Los partidos políticos asturianos y las fuerzas vivas de la región entonaron el discurso del agravio comparativo y del abandono, pero las cifras siempre apuntaron a una realidad distinta. Entre reconocer la realidad o echar la culpa a lo de fuera, se escogió la segunda opción.
Aunque el declive asturiano, una época entera de la historia de la región que nace con el fin de la autarquía y el cambio de paradigma energético, tiene un relato político, sindical y hasta literario (el camino inverso a “La Aldea Pérdida”), la clase dirigente de la región nunca se preguntó por qué razón Asturias crece menos –o decrece más- que el resto de las regiones en los distintos escenarios políticos y económicos. Para evitar hacernos preguntas inquietantes nos conformamos con un indicador engañoso y un mantra identitario.
El dato equívoco es el comportamiento del empleo. Asturias nunca fue el territorio con más paro, ni de lejos. En España, el desempleo tiene una distribución dual, concentrándose en las regiones del Sur, siendo menos acusado en el Norte. Un dato tranquilizador que nos permite mirar a regiones como Andalucía o Canarias con aires de superioridad o condescendencia, según la ocasión.
Tenemos menos paro porque somos los que menos empleo buscamos. Aunque parezca una simpleza esa es la clave última del asunto. Ni en la Encuesta de Población Activa declaramos que tenemos los mismos deseos de trabajar que los ciudadanos de otras regiones, ni acudimos en la misma proporción a apuntarnos a las oficinas del Servicio Público de Empleo que el resto de compatriotas. Conclusión: salimos favorecidos en las dos estadísticas que recogen el desempleo en España. El secreto está en nuestra baja tasa de actividad, ocho puntos largos por debajo de la nacional.
INMOVILISMO
El mantra identitario es el sobrenombre de región industrial, aunque apenas tenemos poco más de 60.000 empleos en el sector secundario. Con la disculpa de las fábricas nos hacemos una particular teoría del ciclo económico que la realidad nos desmiente, porque con todos los desfases trimestrales que se quiera subrayar, al final somos los que menos ganamos cuando toca ganar y los que más perdemos cuando toca perder.
¿Por qué razón somos los peores de la clase? La respuesta general es el inmovilismo. Una población envejecida con pocas ganas de moverse y de trabajar, que goza de mejores jubilaciones (ahí sí se nota nuestro pasado industrial) que la inmensa mayoría. Es duro reconocer que Andalucía con un 35% de paro crece más que Asturias, pero las cifras lo evidencian.
Los gobiernos asturianos tienen una inmensa responsabilidad por no romper con la inercia y tratar de orientarnos hacia otra senda. Aunque ninguno se merece el aprobado, nadie ha tenido una actitud tan pasiva -luego dañina-, como el Ejecutivo de Javier Fernández, que congeló la inversión pública y permitió la degradación de los servicios públicos, mientras repetía que el empleo era su prioridad y la calidad de los servicios públicos la línea roja que no franquearía. Un Gobierno que detrae recursos de la sociedad con altos impuestos para destinar la recaudación a pagar las nóminas de los funcionarios y mantener los chiringuitos públicos. Una visión de futuro propia de un jubilado celoso de su huerto.

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por JUAN NEIRA

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