Mariano Rajoy se defendió del ataque del primer ministro griego que acusó al presidente español de maniobrar en la Unión Europea para tratar de derribar al Gobierno de Syriza. Según Alexis Tsipras, los gobiernos de España y Portugal forman un eje que quiere llevar al abismo la negociación de la Comisión Europea con Grecia. Una declaración extemporánea, ajena a la práctica de las relaciones entre socios de la UE. Los planes iniciales del presidente griego, como el veto a la Troika y la pretensión de negociar una quita de su deuda, fueron rechazados por muchos países, pero la respuesta no estuvo liderada por España y Portugal, sino por Alemania. Es cierto que un hipotético éxito de Alexis Tsipras en Bruselas beneficiaría a Podemos de cara a las próximas elecciones, aunque Rajoy tiene otros razones más poderosas para oponerse al plan del Ejecutivo de Syriza, cifradas en la deuda de 26.000 millones de euros contraída por Grecia con España, a la que hay que sumar los 6.000 millones generados en intereses. No estamos como para regalar altruistamente 32.000 millones al socio pobre, cuando nosotros tenemos una deuda externa enorme que nadie nos condona. Hace diez días, Nicolás Maduro nos situaba en un eje, Madrid-Bogotá-Miami, y ahora Alexis Tsipras nos coloca en otro formado por Madrid-Lisboa. Sin negar la realidad de las alianzas internacionales, hay que recordar que cuando un país tiene problemas políticos o económicos suele recurrir a buscar un enemigo exterior para hacerlo culpable de sus males; de ahí a hablar de extraños contubernios hay sólo un paso.
Rajoy aprovechó la crítica a Tsipras para mandarle algún recado a Podemos, al decir que en España también hay gente que promete lo que no puede cumplir. Hay un evidente paralelismo entre la peripecia política de Tsipras y la de Pablo Iglesias, dos políticos de corte radical que prometieron alcanzar el cielo en la Europa de las horas bajas, pero Rajoy entra en terreno resbaladizo cuando habla de promesas electorales, porque si alguien defraudó las expectativas suscitadas desde la oposición fue el presidente Rajoy. La enorme caída del PP en todo tipo de encuestas se debe al desengaño sufrido por millones de personas. En su prédica, Rajoy también atacó a Ciudadanos, el segundo partido de moda (el primero es Podemos), al decir que el PP no es un “partido de un solo señor”. Dudo que mande más Albert Rivera en Ciudadanos que Rajoy en el PP.