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Juan Neira

LARGO DE CAFE

HUNOSA, PASAPALABRA

La surrealista referencia de Pedro Sánchez a Hunosa, al anunciar que cuando sea presidente del Gobierno mantendrá “la planta de Hunosa en Asturias”, ha tenido réplica en los portavoces de los partidos asturianos. Emma Ramos habló de desprecio hacia nuestra región, Cristina Coto afirmó que en Madrid no tienen ni idea de los problemas de Asturias, y Aurelio Martín declaró que se trataba de un compromiso electoral burdo. Podemos colegir que los tres tienen razón porque cuando un dirigente nacional va a una comunidad autónoma y se refiere a los problemas de la misma desde el desconocimiento, evidencia desprecio, ignorancia y electoralismo. Las tres cosas.

Como todos los grupos políticos analizan lo que ocurre desde premisas similares, no entran en el fondo del asunto, porque no es políticamente correcto y provoca desazón. Hace treinta años, ningún dirigente del Comité Federal del PSOE (un órgano de 250 miembros) hubiera dicho que Hunosa es una planta y que había que luchar por mantenerla en Asturias. Todos, desde los naturales de Almería hasta los de La Coruña, y desde Gerona hasta Huelva, sabían que se trataba de una empresa estatal minera ubicada en Asturias y dedicada a extraer carbón de los pozos de su propiedad. Habían ascendido desde la base hasta la dirección del partido, a través de años de militancia que les habían aportado conocimiento de la realidad. Serían mejores o peores políticos, pero sabían de lo que hablaban. Sin embargo, hoy día, un gran partido, como es el PSOE, clave en la articulación de la nación, se permite tener un secretario general que habla de Hunosa como si fuese una planta de ciclo combinado o una factoría siderúrgica en riesgo de deslocalización, y desde la profunda ignorancia adquiere un compromiso de defensa. Eso es engañar a la gente. La política es algo más que un posado fotográfico y la fabricación de media docena de declaraciones diarias buscando agradar al público.
No es un problema específico del PSOE, porque el vaciado de cultura política, sustituido por técnicas de marketing y comunicación que dejan los argumentos reducidos a frases ingeniosas, afecta a todos los grupos. No puede liderar un país una persona que no lo conozca profundamente. Hace siete años, me asombraba que Sarah Palin apuntara a la Casa Blanca creyendo que África es un país y Corea del Norte un aliado de EE.UU. Ahora ocurre algo parecido en España y la culpa no es de Wert.

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por JUAN NEIRA

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marzo 2015
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