La oposición, con la excepción de IU, se muestra muy crítica con la evolución de la deuda en el Principado. A Foro, PP y UPyD no les inquieta tanto el volumen de la deuda (3.479 millones de euros) cuanto el rápido crecimiento en los últimos años. En el trienio de Javier Fernández la deuda creció en un 40%, un porcentaje de difícil justificación, ya que durante ese tiempo el Principado congeló las inversiones, restringió los programas sociales y se limitó a pagar nóminas de funcionarios. Tenemos un gobierno dedicado al mantenimiento que engorda la deuda a un ritmo espectacular: un millón de euros más cada día.
Con la crisis económica la recaudación fiscal se redujo. Ante esa realidad, el Gobierno socialista mantuvo el gasto y compensó la pérdida de ingresos suscribiendo deuda, como si la operación fuera inocua, como si recibir dinero prestado de los bancos fuese algo parecido a recibirlo del contribuyente. Javier Fernández ha preferido poner un millón de deuda más cada día sobre los hombros de los asturianos, que recortar los 82 chiringuitos del sector público. Esa es la cuestión. Cuando el Gobierno organizó la pomposamente llamada, “racionalización del sector público”, con sus tres leyes y sus cero euros de ahorro, debería haberse desprendido de organismos inútiles para aminorar el endeudamiento. No fue así. El Ejecutivo optó por el inmovilismo, por mantener todo el organigrama del Principado, como si fuese un bien de interés cultural, aunque desbordase la capacidad económica del Gobierno y hubiera que pagar los gastos con créditos. Una operación muy progresista que consiste en solucionar las dificultades del presente agravando las del futuro.
Los problemas de deuda no se pueden ocultar y cuánto más tarden en abordarse más costosa será la solución. En el año 2008, debíamos 770 millones y apenas se notaba en el presupuesto del Principado. Ahora se quintuplicó la cantidad; entre amortizaciones e intereses, el endeudamiento ha escalado al tercer capítulo del presupuesto, por detrás de sanidad y educación. Ya sé que Cataluña, la Comunidad Valenciana, Baleares o Murcia están mucho peor, pero los pufos ajenos no rebajan nuestras obligaciones. Paradójico, el Gobierno se endeudó para pagar gasto corriente y de esa forma cada vez crece más rápido el gasto corriente. He aquí el círculo virtuoso de Javier Fernández: el dinero va de los contribuyentes al Gobierno y de este a los bancos.