En el último pleno de la Junta General del Principado se aprobaron cuatro leyes, dos de ellas por procedimiento exprés (lectura única). En ninguna legislatura se produjo un aluvión de leyes al final del mandato como en esta, lo que da idea de la escasa planificación del Gobierno y de la falta de diálogo y acuerdo entre los portavoces parlamentarios. Estuvieron tan entregados los diputados al trabajo en las comisiones de investigación que se olvidaron de legislar. Termina un mandato en que el Parlamento no estuvo a la altura de las expectativas que tenían puestas en él los ciudadanos. El bochornoso espectáculo de las comisiones de investigación y las denigrantes sesiones de control al Gobierno, con un formato de preguntas al presidente que sólo sirve para escarnio de los líderes opositores, no deja en buen lugar el prestigio de la Cámara.
Aires de despedida. Las elecciones van a marcar una frontera entre la Junta General del Principado, tal como la conocimos hasta ahora, y la que está por conformar, llena de novedades. El bipartidismo, herido en los comicios de mayo de 2011, puede recibir un golpe definitivo dentro de dos meses. En el momento en que la suma de los diputados de PSOE y PP no alcance la mayoría absoluta habrá empezado un tiempo nuevo. Por extraño que parezca, este es el elemento decisivo. Soplan vientos de victoria global de la izquierda, pero ese dato, revelador de la voluntad de los ciudadanos, es muy probable que no tenga reflejo en las votaciones decisivas del Parlamento. Hace cuatro años, salió de las urnas una mayoría absoluta del centro-derecha, de veintiséis diputados, que no tuvo reflejo en la Cámara. El breve mandato de Álvarez-Cascos estuvo dominado por una mayoría transversal de facto, PSOE-PP. En el año 2012, la mayoría de centro-izquierda que aupó a Javier Fernández a la Presidencia, dio paso a la entente bipartidista, socialista- popular. Dos legislaturas (2011-2012 y 2012-2015) que hubieran sido muy distintas sin la mayoría absoluta del bipartidismo. En esos cuatro años, el avance del PIB regional se situó a cinco puntos de la media nacional.
Alguna vez tiene que cambiar la suerte de esta tierra. La llegada de nuevos partidos, desligados de nuestra decadente etapa autonómica, puede ser la ocasión para cambiar de rumbo. Se pueden ensayar distintas combinaciones de gobierno, menos repetir la entente que nos llevó repetidamente al fracaso.