Una encuesta que circula entre la clase política sobre las elecciones a la Junta General del Principado muestra que los cinco partidos parlamentarios pierden escaños. No ganan unos a costa de otros: todos retroceden. Jamás los sondeos habían ofrecido esa foto y nunca de las urnas salió un resultado parecido. Para cualquier observador de la política asturiana, una distribución así de escaños provoca perplejidad.
Explicar el fenómeno contentándonos con decir que hay nuevas formaciones en auge (Podemos, Ciudadanos) no supera el nivel de la perogrullada: si la Cámara sigue formada por 45 diputados, algún partido extraparlamentario tiene que beneficiarse de los escaños perdidos por los cinco grupos que la ocupan.
PARLAMENTO
La novedad de la encuesta radica en que los encuestados desengañados con el voto depositado en las urnas hace tres años no encuentran refugio entre el resto de formaciones parlamentarias, sino que buscan representantes en partidos que hasta ahora no participan en la vida institucional, que es tanto como decir que los buscan en la propia sociedad. Vistas así las cosas cabe hablar de censura a la totalidad de la Junta General del Principado ¿Hay razones para ello?
Legislatura a legislatura, la Junta General del Principado suma razones para el descrédito. El espectáculo de las comisiones de investigación, con las desavenencias entre partidos, el pobre balance de los dictámenes y el ninguneo con que personas físicas y organismos públicos trataron al Parlamento asturiano contribuyen a la degradación institucional. El apasionado debate sobre las retribuciones económicas de los diputados también contribuyó a la erosión.
Aunque quizás nada más rasposo para la imagen de una Cámara democrática que las sesiones de control al presidente del Principado. A Rajoy se le pueden hacer preguntas y formular críticas todas las semanas. Después de mucho insistir, Javier Fernández rinde cuentas cada dos semanas bajo un formato de preguntas y respuestas que le reserva el turno final para zaherir a los diputados de la oposición con invectivas personales totalmente ajenas a la cuestión que se trata. Desde la Presidencia del Parlamento no se veló por la dignidad de la institución poniendo límites a ese proceder.
GOBIERNO
Por negativa que sea en conjunto la imagen de la Junta General del Principado para los ciudadanos, la pérdida de votos a derecha e izquierda no se puede justificar por esa vía. Cada partido acumula razones propias para la merma de sufragios.
El retroceso del Partido Socialista está vinculado con la acción del Gobierno. La nula capacidad para reivindicar ante Madrid asuntos relacionados con infraestructuras de transporte, fondos mineros o expedientes industriales ha impedido que los problemas de Asturias se proyectaran más allá del Pajares.
Las repetidas peticiones a Mercedes Fernández para que medie ante el Gobierno de Rajoy en la solución de los problemas asturianos resultaron patéticas. ¿Alguna vez el presidente del Gobierno vasco o de la Generalitat catalana demandaron a los diputados autonómicos socialistas o populares que echaran una mano en sus contenciosos con el Gobierno central?
A ello hay que sumar la ausencia de proyectos, inherente a un Gobierno que no apuesta por nada, dada su afición a ponerse de perfil ante los problemas. Por último está el balance de gestión, que se resume en descolgarse en más de cuatro puntos del crecimiento de riqueza en España y subir en mil millones de euros el endeudamiento. La prioridad del empleo se transformó en olvido, las líneas rojas de los servicios públicos quedaron borradas, y el compromiso de inversión pública no fue ejecutado. Con ese bagaje no hay encuesta que otorgue 17 escaños.
OPOSICIÓN
Lo novedoso de la situación es que del fiasco gubernamental no se beneficia ninguno de los cuatro partidos de la oposición. IU y UPyD actuaron como aliados del Gobierno en el inicio de la legislatura, comprometidos en la sesión de investidura, los presupuestos de 2013 y EN el apoyo al pacto social. Un error estratégico al que se suma el problema específico de la competencia clónica que sufren ahora con Podemos y Ciudadanos. Pésimo pronóstico.
El centro-derecha no recibe transferencia de votos de la izquierda tradicional ni retiene su propia cuota en el mercado de los sufragios. ¿A qué se debe? La razón fundamental no guarda relación con el modelo de oposición desarrollado. Foro chocó frontalmente con el Gobierno de Javier Fernández, mientras el PP actuó como aliado vergonzante de los socialistas. Ninguna de las dos estrategias evita la pérdida de votos.
Hay que retroceder hasta 2011 para encontrar la causa. Hace cuatro años, los asturianos dieron una mayoría nítida de 26 escaños al centroderecha. La decisión de los ciudadanos por el cambio se registró en las urnas pero nunca se hizo efectiva en el Parlamento. El desencuentro, la incapacidad para gestionar la voluntad mayoritaria de la gente, causó una gran frustración entre los votantes que quedó subrayada en unas elecciones anticipadas que sirvieron para que los socialistas retornaran al poder. La digestión de un proceso así es muy pesada y se prolonga hasta el presente.