Tras quince días de campaña electoral y tres semanas de pactos, ha quedado demostrado que a los políticos electos hay que limitarles el poder de representación. Hacen demasiadas cosas sin contar con nadie que sólo tienen como meta su exclusivo beneficio. Les vale cualquier disculpa –la bandera de la unidad de la izquierda o el ideal de la honradez- para interpretar el voto recibido en el sentido que más les conviene.
La culpa la tiene Mariano Rajoy. Desde hace un año tenía sobre su mesa un boceto de reforma electoral para los comicios locales que consistía en que los alcaldes saldrían elegidos directamente en las urnas si alcanzaban un determinado porcentaje de sufragios. En caso de no llegar a esa cifra se celebraría una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados.
Desde Presidencia se filtró a los medios la propuesta y al final no se atrevió a aplicarla pese a tener mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Un hombre así volvería a perder la batalla de Trafalgar.
AYUNTAMIENTOS
Superada la fase de los juegos de poder, las corporaciones municipales se orientan hacia la normalidad. En el Ayuntamiento de Gijón, la alcaldesa ha empezado a jugar la carta del consenso con los grupos de oposición y al tratarse de una institución saneada ha puesto once millones de euros sobre la mesa para necesidades apremiantes: pisos para familias desahuciadas, ayudas para pagar hipotecas, dinero para sacar de la pobreza energética a los vecinos más necesitados y mejoras en las pensiones para desempleados de más de 55 años. De la simple lectura de objetivos se deduce que no sobra ni un euro.
En el Ayuntamiento de Oviedo, el PSOE, la marca local de Podemos e IU negocian la formación de un gobierno tripartito. Somos Oviedo ha dado un paso fundamental al aceptar entrar en el Gobierno municipal, rompiendo con la norma interna que rige a escala nacional, que consiste en quedar fuera de los gobiernos que no se presiden. La izquierda ovetense necesita aumentar su grado de cohesión, y la participación en tareas de gobierno es la prueba de un mayor compromiso.
BIORRITMO
Mientras en los municipios se empieza a tomar el pulso al mandato, el Principado sigue en estado de laxitud, que es el biorritmo oficial de la región desde 2012. Desde la jornada electoral, Javier Fernández tuvo una ronda de contactos con los portavoces parlamentarios y ahora toca descansar.
Como llevaba muchos años fuera, Gaspar Llamazares se extrañó de que hubiera un impasse en la actividad política regional. Pronto se dará cuenta el dirigente de IU que el gusto por el tiempo muerto es una de las características que adornan el estilo de gobierno de Javier Fernández.
Aunque sólo cuenta con 14 escaños para abordar la sesión de investidura, Javier Fernández no se inmuta. Mercedes Fernández (PP) y Emilio León (IU) han anunciado su candidatura a la Presidencia, pero todo indica que sólo los votarán sus compañeros de grupo.
Ni siguiendo el consejo evangélico (en caso de bofetada, poner la otra mejilla) hay la más mínima posibilidad de que Foro respalde a Cherines. En cuanto a Ciudadanos, se mueve ya en la órbita de los pactos con el PSOE. Ciudadanos repite la estrategia de UPyD y toca reconocerles que han progresado algo: Prendes ya no es segundo secretario en la Mesa del Parlamento, sino primer secretario. Algún día habrá una mente lúcida en ese grupo que levante la voz para decir que en vez de ser útiles al poder, se puede apostar por ser útil a la sociedad.
Emilio León no va a encontrar ninguna complicidad en Gaspar Llamazares. Al contrario, en IU va a aumentar la beligerancia hacia Podemos, porque toca optar entre el modelo tradicional de unidad de la izquierda (los gobiernos de coalición de 2003 a 2011) o la vía alternativa que preconizan los seguidores de Pablo Iglesias, con acuerdos entre Podemos e IU.
CONSTRUCTORES
Hasta aquí el teatro político del Principado, con la siesta oficial y los balbuceos del resto. En la Asturias real suceden cosas mucho más importantes. Serafín Abilio culpó a Javier Fernández de mandar al paro a 8.000 trabajadores de la construcción por no haber ejecutado las inversiones a las que se había comprometido. El Principado es un caso único en la España autonómica, el 68% de las adjudicaciones se hicieron a empresas foráneas. El dinero de los contribuyentes asturianos sirve para dar empleo en Madrid, Vitoria o Valencia, pero no en nuestra región.
Estábamos en estas cuando conocimos la sentencia de Fernández: “Asturias necesita un gobierno serio y estable que no frivolice”. También necesita un gobierno que se tome en serio a los trabajadores asturianos y que sea un poco más responsable a la hora de gestionar los recursos.
El pecado de Serafín Abilio y de la CAC está en haber confiado en un presidente que tenía como único aval las sensatas palabras que pronuncia en reuniones reservadas. Una prueba muy poco sólida.
Último informe de Funcas: Asturias va a estar en 2015 y 2016 a la cola del crecimiento regional. Pese a ello crecerá la renta per capita debido a la fuerte caída de la población, y disminuirá el porcentaje de paro, porque las personas con deseos de trabajar se irán de Asturias o dejarán de buscar trabajo. Una región profundamente enferma que a falta de medicinas tiene como única terapia la calma chicha del poder.