Desde antes de celebrarse los comicios autonómicos y municipales, se extendió la especie de que en la política española no se movería una hoja hasta que tuvieran lugar las elecciones generales. En mayo de 2011 hubo renovación de parlamentos autonómicos y corporaciones locales, y se celebraron elecciones generales seis meses más tarde; sin embargo, en aquella ocasión nadie dijo que la política estaría detenida hasta completar el ciclo electoral. La diferencia puede estar en la actitud de los dos nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, que tienen como objetivo principal la proyección de sus líderes, Pablo Iglesias y Albert Rivera, en la política nacional. Cualquier decisión que comportara un coste para estos grupos se pospondría hasta después de las elecciones generales. Tal vez sea así, aunque en Asturias, Podemos ya ha tomado decisiones comprometidas en el acto de constitución de las corporaciones locales.

Lo cierto es que en nuestra región, el principal partido se ha sumado a esta tesis, y sus portavoces dejan caer que hasta fin de año no se moverá una ficha. Creo que es un juicio interesado que trata de tapar la cruda realidad: en Asturias está todo parado, no por culpa de la actitud de los partidos de la oposición, sino por la forma de actuar del gobierno desde el año 2012. El progreso en la construcción de infraestructuras es muy revelador, al dejar aplazadas el 71% de las inversiones hasta 2016. De muestra vale un botón: el acceso a la Zalia, desde la Peñona, adjudicado el pasado noviembre, no registra movimientos de tierras. El parón regional no depende de especulaciones electorales, sino de la forma de trabajar de “La Asturias del sí”.

El ritmo del trabajo institucional, donde se hacen mil manifestaciones sin dar un paso en la dirección declarada, colabora con la lentitud de la ejecución presupuestaria. Ni se avanza en las obras ni se toman decisiones en el Parlamento. Tras el impasse de los meses de mayo y junio, los primeros días de julio se van a dedicar al debate de investidura, luego vendrá la toma de posesión del presidente (tengan por seguro que será investido Javier Fernández con los exclusivos 14 votos de su propio grupo parlamentario) y la presentación del nuevo Gobierno. Tras las fotos de rigor, las vacaciones estivales. Todo quedará parado hasta finales de septiembre en que se hablará de negociar el presupuesto. La política asturiana es previsible como noria de feria.