De todas las comunidades autónomas sólo en Asturias hay indicios de que se vaya a celebrar el debate sobre el estado de la región. En el resto de autonomías se entiende que ese debate ya se realizó en junio al investir a los presidentes. Excluyo aquellos territorios que tienen calendario electoral propio, como Cataluña, Galicia, País Vasco y Andalucía. PP y Foro han pedido que se reserve fecha en el calendario para chequear a la región. El Gobierno calla. Imagino que estará a la espera de lo que digan el resto de grupos parlamentarios, y en caso de que haya una mayoría favorable se sumará, resignadamente, a la propuesta. ¿Es pertinente la realización de ese pleno parlamentario?
En el debate de investidura se hace un análisis sobre el territorio y se apuntan soluciones a los problemas desde la óptica del candidato a presidente y de los portavoces parlamentarios. En dos o tres meses no pueden cambiar mucho las cosas, así que si se realiza el debate sobre el estado de la región asistiríamos a la repetición de los argumentos. Tampoco en ese lapso de tiempo hay materia para analizar la gestión del nuevo Gobierno de Javier Fernández. Ni siquiera pasaron los famosos cien días de gracia. Con esas dos reflexiones podemos concluir que la decisión tomada en otras comunidades autónomas es correcta.
Ahora bien, sin nos pegamos al terreno y miramos detenidamente lo que ocurrió en el debate de investidura podremos concluir que los verdaderos problemas de Asturias apenas se abordaron en aquella ocasión. El mal de fondo es el escaso crecimiento de la región, con una insuficiente creación de empleo, elevado gasto corriente, insignificante inversión pública y aumento de la deuda. Un cuadro preocupante que condena a nuestra región a viajar en el furgón de cola del tren de las autonomías. Sobre este asunto sólo habló Cristina Coto, el resto de portavoces prefirieron centrarse en la política sectorial o ir directamente al tema estrella que no fue otro que el rescate ciudadano. En definitiva, una discusión sobre gasto público y urgencias sociales, como si las bases del modelo fueran sólidas y no hiciera falta reflexionar sobre ellas. Es pertinente realizar el debate sobre el estado de la región si se aborda el mal que nos aqueja, pero no hay ninguna garantía de que así sea. Es muy probable que los intervinientes adopten un tono electoral y suban a la tribuna con el espíritu del que está en un mitin solicitando el voto.