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Juan Neira

LARGO DE CAFE

UN DESPROPÓSITO LEGAL

Los efectos del declive demográfico tienen reflejo en el censo electoral. Para los comicios autonómicos hay 15.852 asturianos menos con derecho al voto que en 2015. La bajada del censo tiene influencia en las elecciones generales, porque los asturianos perdemos escaños. Al empezar la democracia la circunscripción asturiana tenía diez diputados, de un total de 350 en el Congreso de los Diputados. Ahora nuestra representación ha menguado: solo siete diputados, un 30% menos que en 1977. Sufrimos una sensible pérdida de peso en el conjunto de las instituciones nacionales. En el caso de las elecciones autonómicas no es así. Todo queda en casa. La Junta General del Principado se compone de 45 diputados, da igual que baje o suba el número de electores. Sin embargo es interesante valorar algunas de las variaciones que se dan en el censo. Hay 26.845 asturianos menos con derecho a voto, residiendo en nuestra región, que hace cuatro años. La cifra de asturianos en el extranjero con capacidad para votar ha aumentado en 10.633 personas. Algún lector biempensante creerá que todo ese conjunto se corresponde con los jóvenes que se han ido a vivir a Inglaterra, Holanda o Canadá en búsqueda de trabajo, pero no es así. Junto con esos genuinos asturianos de la diáspora también ha crecido, porque la ley lo ampara, el número de argentinos, chilenos o mexicanos con derecho a decidir sobre la composición del Parlamento asturiano y, en definitiva, el partido que nos va a gobernar. Basta, por ejemplo, con que tengan un abuelo nacido en Asturias que se fue a hacer las Américas, y tras casarse y trabajar toda su vida en ultramar, dejó descendencia. Un nieto cualquiera de ese esforzado asturiano puede participar en las elecciones autonómicas aunque no haya estado ni un día de su vida en Asturias.

En la actualidad el censo de asturianos con derecho a sufragio en el extranjero es de 117.226 personas. Una bolsa de votos capaz de sesgar el resultado de las elecciones. Es evidente que dentro de ese colectivo hay muchas personas que son tan asturianas como cualquiera que viva aquí, pero otros sólo tienen un vínculo afectivo porque oyeron contar las historias del abuelo, pero son rigurosamente ciudadanos de otros países. No les afecta ni lo más mínimo la política fiscal del Principado porque no pagan impuestos en nuestra región, ni van a usar los hospitales ni las escuelas. Es como si nosotros participáramos en el proceso electoral chileno sin salir de Asturias.

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por JUAN NEIRA

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