En la presentación del programa electoral, Pablo Casado utilizó munición de grueso calibre para descalificar a Pedro Sánchez, acusándole de preferir «manos manchadas de sangre a manos pintadas de blanco». El candidato del PP recriminó al presidente del Gobierno que tenga a terroristas y golpistas como aliados. Se pueden escoger otras palabras para expresar lo mismo. Pablo Casado lo ha hecho otras veces. La única razón para apelar a la hipérbole son las encuestas. Desde el inicio de la precampaña electoral los socialistas van destacados en cabeza y Vox se ha convertido, virtualmente, en un partido parlamentario por la cantidad de adhesiones que recibe de antiguos votantes del PP. Para el equipo de campaña popular, la urgencia por excelencia es frenar el trasvase de votos hacia las huestes de Abascal, y de ahí que el candidato recurra a imágenes literarias del agrado de la derecha más conservadora. Tratándose de un partido interclasista, con un amplio espectro de votantes que van desde la derecha radical al centrismo más templado, deberían de valorar si insistir en un extremo no lleva a perder votos por el otro ¿Y si se pierde más que se gana? La gente de derechas demanda de los gobiernos seguridad y determinación, pero no tiene por qué identificarse con la oratoria más beligerante.
El aspecto más inquietante de la práctica de gobierno de Pedro Sánchez reside en la naturaleza de sus aliados. Desde estas líneas, más de una vez hemos dicho que en la mayoría parlamentaria de la censura a Rajoy, si exceptuamos al PSOE, el resto son partidos que quieren tumbar la Constitución o cambiar aspectos fundamentales de ella hasta hacerla irreconocible. Esa es la realidad. PDeCAT, ERC, PNV o Bildu no son partidos equiparables al PSOE, PP o Ciudadanos. No obstante, los partidos nacionalistas han jugado un papel clave en todas las legislaturas donde el partido ganador de las elecciones no llegó a alcanzar la mayoría absoluta. Soy consciente de que en la actualidad la deriva de los nacionalistas catalanes hacia el independentismo sitúa las tensiones territoriales en un escenario distinto, pero en la acumulación de poder de los nacionalistas durante décadas participaron tanto los gobiernos del PP como los del PSOE. Es más, la actual crisis catalana no hubiera llegado hasta donde llegó sin un presidente tan alicorto como Rajoy. A partir de estas consideraciones, seguro que una persona tan inteligente como Casado sabe afinar su discurso.