En esta precampaña se ha hablado mucho de los fichajes de los partidos para formar parte de las candidaturas. Personas sin militancia política que optan a cargos de representación. No se trata de un invento de ahora, basta recordar que en las primeras elecciones generales, Julio González Campos, catedrático de Derecho Internacional de la Universidad de Oviedo, iba en la candidatura del PCE. En esta ocasión, para las elecciones autonómicas vemos cómo Ciudadanos ha elegido a dos profesores para ocupar los primeros puestos, Juan Vázquez y Ana Coto; el PSOE tiene de número dos de la lista a Celia Fernández, presidenta de Cruz Roja de Asturias. En las listas municipales nos encontramos con Álvaro Muñiz encabezando la candidatura de Foro al Ayuntamiento de Gijón; Alfredo Canteli es el candidato del PP a la Alcaldía de Oviedo. Todos son personas sin una filiación política concreta que han accedido a representar a un partido ¿Es un acierto optar por independientes?
Entre los independientes, como entre los militantes, hay de todo. Me parece un error poner al frente de una candidatura a alguien que solo aporta su fama, sin que en su vida haya tenido que ver nunca con la política ni haya gestionado ningún proyecto colectivo ni conozca cómo es la Administración. El caso de Ruth Beitia, fallida candidata del PP a la Presidencia de Cantabria, es el mejor ejemplo. Tampoco creo que Pepu Hernández sea el mejor candidato para ponerse al frente del Ayuntamiento de Madrid.
Para atraer a los electores es muy importante partir de un grado de conocimiento alto por parte del público, eso es indiscutible, pero hace falta saber algo de las materias que van a formar parte del trabajo diario. No tiene sentido que para cualquier puesto de responsabilidad en la esfera pública y privada se cotejen currículos, se valore la experiencia, y al pensar en alcaldías o presidencias de gobierno, el único valor sea la fama. La cuestión que subyace en la moda de proponer a candidatos independientes no es otra que la desvalorización de la política. En nuestra sociedad, político es sinónimo de mangante, mentiroso, bocazas o ladrón. Partiendo de esa premisa, no me extraña que se opte por independientes, pero es una solución falsa. ¿Alguien es capaz de detectar alguna diferencia entre políticos con carné y políticos independientes? ¿Mienten más los profesionales que los amateur? Antes de contestar, recordemos las declaraciones de renta de algunos ministros amateur.