Esta vez el trabajo del CIS viene a confirmar los datos que nos han dejado varios sondeos de institutos privados. El PSOE ganaría las elecciones con 60 escaños de ventaja sobre el PP. Hay que retroceder hasta las elecciones generales de 1989 para encontrar una diferencia tan grande de diputados entre los socialistas y los populares. El PP estaría entre 66 y 76 escaños. Si se exceptúan las dos primeras elecciones generales (1977 y 1979), nunca sacó un número de diputados tan bajo el partido de la derecha española. Es evidente que una gran parte de los escaños perdidos van directamente a Vox. Al grupo de Abascal el sondeo le otorga entre 29 y 37 diputados. Otra parte importante de la mengua popular proviene del hecho de que hay tres fuerzas de la derecha disputándose la misma franja del electorado, lo que beneficia al PSOE, que le llueven los escaños de rebote. Tampoco sale mal parado Ciudadanos, que con un porcentaje de voto prácticamente igual al de las últimas elecciones, logra entre diez y veinte diputados de más. Sorprende el aumento de los partidos nacionalistas catalanes y vascos, un dato inquietante que invita a la reflexión. En un análisis por bloques, la izquierda avanza y la derecha retrocede. Andalucía al revés. ¿Y el bipartidismo? No goza de buena salud, pero tampoco toca redactar su esquela. Peor parados salen los nuevos partidos que, en conjunto, tienen menos escaños que en 2015 y 2016. Si el PP se desangra, algo parecido le sucede a Unidas Podemos, que cede generosamente el 50% de sus escaños al PSOE. Casado e Iglesias van a tener una digestión muy pesada de los resultados electorales.

En Asturias gana el PSOE, como estaba cantado, y todos los partidos salvan los muebles, menos Vox, que se queda sin diputado según el CIS.