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Juan Neira

LARGO DE CAFE

INDECISOS Y PERPLEJOS

Las encuestas muestran que entre el 35% y el 40% del electorado no sabe si va a votar y en caso de hacerlo por qué partido se decantará. Este asunto merece una reflexión general y otra específicamente política. La duda, la indecisión, tiene un gran predicamento en el mundo cultural. Dudar, mesarse los cabellos antes de decidir, es de muy buen tono entre novelistas, actores, poetas, ‘diyéi’, artistas plásticos, editores, directores de cine, cocineros y creadores de amplio espectro. Y detrás de ellos vamos todos los demás. Decidir sin vacilación se asocia a personas agresivas y dominantes. Frente al prestigio creciente de la duda se alza la empresa privada, o empresa propiamente dicha, donde a los tipos dubitativos les aguarda el mismo destino que a los precarios, aunque tengan contrato fijo. En la sociedad estamental, la duda era socialmente minoritaria, aplastada por las certezas de la Iglesia y la determinación del Ejército.

La filosofía de la duda ha impregnado la vida cotidiana y los dueños de restaurantes y hoteles contemplan con fastidio cómo los clientes no reservan mesas y habitaciones hasta cinco minutos antes de entrar por la puerta del establecimiento. En esa atmósfera cómo no entender que cuatro de cada diez asturianos necesiten meditar para saber qué hacer ante las urnas. Los precedentes no ayudan a despejar las incógnitas. En 2015 fuimos a votar y no sirvió para nada. A los seis meses, nueva convocatoria electoral, con asistencia masiva a las urnas. Costó formar un gobierno que duró solo 20 meses porque lo tumbaron todos los que se opusieron en la sesión de investidura. Les fue más fácil derribar al gobierno que ponerse de acuerdo, antes, para aupar a otro presidente. El ariete que tiró a Rajoy encumbró a Sánchez. Ahora otra vez a votar, con dos opciones nítidamente separadas, PSOE y Unidas Podemos, por un lado, PP, Ciudadanos y Vox, por el otro. Si sumamos los que votan a cualquier opción y los que están en contra de los planteamientos frentistas, nos encontramos con que las dos alternativas tienen a más gente en contra que a favor.

Conclusión, desde que se difuminó el bipartidismo, en España, la mayoría natural es la mayoría del no. Con esa bandera recuperó el liderazgo Pedro Sánchez. Cuando se abandona el centro, se hace política de trinchera y un sector muy amplio de la sociedad siente perplejidad. Los dos bloques encaran las urnas con la consigna del ‘no pasarán’. Construir un país de mayorías plurales no está en la agenda.

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por JUAN NEIRA

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