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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL RÉCORD, PARA VOX

Mitin multitudinario de Vox en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo, conocido popularmente por el ‘Calatrava’. Santiago Abascal inició la jornada en Covadonga, rezando a la Santina, rodeado de seguidores. Dijo que Asturias estará a la cabeza de la ‘reconquista’ para que los despistados comprendieran que interpretaba a Pelayo. La visita formal a Covadonga está casi reservada para equipos de fútbol, por eso Abascal se aprovechó del hueco que dejan otros. Cumplido el compromiso, el reto estaba por la tarde, al enfrentarse ante el mayor auditorio de Asturias, con 2.200 asientos. Todas las localidades ocupadas y gente de pie en la sala, como ocurrió en mayo de 2011, cuando Foro y Cascos estaban en la cresta de la ola. La diferencia a favor de Abascal estuvo en la calle, con cientos de personas que no pudieron entrar en el ‘Calatrava’, y a las que tuvo que dirigirse el presidente del partido, megáfono en mano, para que no volvieran a sus casas decepcionados. Niños, adolescentes, jóvenes, padres y abuelos: entre la gente de Vox no existe el desencanto de la política. Probablemente el mitin electoral más concurrido del siglo XXI en Asturias.

La experiencia enseña que toda esa energía no se traduce mecánicamente en escaños. Dos precedentes: la ola de entusiasmo que despertó Podemos, en 2014 (europeas) y 2015 (autonómicas y generales) no sirvió para adelantar al PP y al PSOE en las urnas; los actos de masas del Partido Comunista en las primeras elecciones de 1977 –Santiago Carrillo llenó El Molinón: eso son palabras mayores– terminaron en un porcentaje de votos muy discreto: 9,2%. Ahora bien, la demostración de fuerzas realizada ayer por Vox preludia el logro de un escaño por Asturias, aunque el CIS de Tezanos se lo negara. Sánchez Dragó dice que van a sacar 60 diputados; me parecen muchos, pero 30 me parecen pocos. Veremos.

Lo más interesante del fenómeno Vox no estriba en quince escaños arriba o abajo, sino en el hueco que se ha hecho en la sociedad española. El interrogante crucial se formula así: ¿qué estuvieron haciendo otros para que un partido enarbolando la bandera de España despertara tanta ilusión colectiva? La dormida política española reduce la cita de ayer a una concentración de fachas. Deben de ser fachas recientes, porque hace cuatro años los votaban a ellos. Todavía no hubo un líder político español que hiciera una reflexión cabal sobre Vox, con la excepción de Pablo Iglesias que sacudió a los andaluces con una alarma antifascista.

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por JUAN NEIRA

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