Victoria rotunda del PSOE en las urnas. No por el porcentaje de votos ni por el número de escaños obtenido, sino por la enorme distancia que ha sacado al segundo partido –PP– que liderará la oposición. Con la excepción de 2011, hay que retroceder hasta el año 1986 para encontrar una mayor distancia entre el primer y segundo partido. No hace falta esperar a una larga temporada de negociaciones, porque Pedro Sánchez está en condiciones de ser investido presidente con el apoyo de Unidas Podemos y la abstención de los nacionalistas. Si hay que personalizar, Sánchez es el gran triunfador de la noche. Termina con la fama de candidato cenizo que perdía en las urnas (elecciones de 2015 y 2016). Con esta victoria salda definitivamente todas las cuentas pendientes con sus opositores dentro de las filas socialistas. Competir de candidato desde la Moncloa le salió redondo.
La debacle del PP es el complemento al incontestable triunfo socialista. Las encuestas ya vaticinaban el desplome del electorado popular, pero la realidad fue aún más dura que los sondeos: de los 137 escaños de hace tres años a los 66 de ahora. El PP cedió votos por la derecha y por el centro, y la pérdida se convirtió en una hemorragia en las comunidades gobernadas por nacionalistas, Cataluña y País Vasco, donde pasó de tener ocho escaños a uno sólo. Hay que ir a las dos primeras elecciones de la democracia para toparnos con un resultado del PP (Alianza Popular) peor que el de ayer. Se le va a hacer muy pesada la digestión de votos, porcentajes y escaños a Pablo Casado. Es el gran derrotado. Ciudadanos se ha colocado a 200.000 votos del PP, y estuvo cerca de doblar los escaños logrados en 2016. A partir de ahora, Ciudadanos ya no es el hermano pequeño del PP o el socio minoritario en una hipotética alianza. Rivera no necesitará sobreactuar para tratar de igual a igual a Casado. Y un detalle muy importante, en plena expansión del voto nacionalista, Ciudadanos conserva los diputados alcanzados hace tres años en Cataluña.
Unidas Podemos es el segundo derrotado de la jornada electoral, al bajar de 71 diputados a 42. Un batacazo que queda medio oculto porque todas las miradas están puestas en el drama del PP. Pablo Iglesias cuenta con el visto bueno de Sánchez para entrar en el Gobierno y de esa manera acallará las potenciales críticas internas. El voto a Vox no fue un tsunami. 24 diputados es un buen resultado, pero no sirve para hacer nuevas ecuaciones políticas. España es más compleja que Andalucía.