Reunión del comité ejecutivo regional del PP, presidida por Mercedes Fernández, para analizar el resultado de las elecciones generales y ultimar la estrategia ante los comicios autonómicos. ‘Cherines’ calificó de «malísimo» el saldo logrado en las urnas. Un hecho del que, según ella, no cabría inferir ninguna censura hacia Pablo Casado porque ganó el congreso nacional del PP de forma «irreprochable». Según esa forma de argumentar ningún descalabro electoral puede llevar aparejado un coste político hasta que se celebre el congreso de turno. Recordó que ella ganó el congreso del PP asturiano de forma «pulcra» y también «irreprochable». En base a esa legitimidad de origen reivindicó la competencia de la dirección regional para aprobar el programa electoral autonómico. Mostradas las credenciales, dio un paso al frente para mostrar su competencia al recordar que el programa debe pivotar sobre la bajada de impuestos, la educación, la sanidad y los servicios sociales. El día que se evalúe el programa que pergeña el equipo de la candidata va a ser muy movido.
Nada más acabar de hablar ‘Cherines’ entró en la sala Teresa Mallada, que venía de cumplir con compromisos relacionados con la campaña electoral. Seguro que lamentó no haber podido escuchar el discurso de la presidenta del partido, pero imagino que sus compañeros le habrán hecho un resumen al acabar la sesión. El caso es que la reunión se volvió tensa y agria por los cambios que quería introducir Mercedes Fernández en el órgano de dirección que incluía la permanencia de los diputados que han perdido su acta –estaban de miembros en el comité en razón de su representación institucional– y la propuesta de ceses de miembros del sector ‘malladista’. Al final, los ‘malladistas’ no quedaron removidos y la decisión quedó aplazada para otra reunión.
Una vez más quedó claro que la dirección del PP asturiano está dividida en dos bandos, ‘cherinistas’ y ‘malladistas’, sin que haya posibilidad de alcanzar una síntesis. El error lo cometió la dirección nacional del PP dejándose influenciar por personas y grupos que no tienen nada que ver con el partido, y haciendo una propuesta electoral que llevaba directamente al conflicto. Ahora es demasiado tarde para deshacer el entuerto. Faltan tres semanas para las elecciones, Pablo Casado está en una situación muy peliaguda tras el desastre electoral y la figura de Mallada ha quedado desgastada en la controversia. Las urnas hablarán por todos y todas.