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Juan Neira

LARGO DE CAFE

BRONCA HASTA LAS URNAS

La reunión del comité ejecutivo regional del PP ha servido para escenificar, una vez más, el duro enfrentamiento que hay entre los dos bandos, liderados por Mercedes Fernández y Teresa Mallada. El partido está dividido desde principios de año, cuando Mallada fue elegida por Madrid para encabezar la candidatura autonómica. Desde estas líneas tuvimos ocasión de decir, entonces, que si en un plazo de quince días no se alcanzaba una solución satisfactoria para las dos antagonistas, el daño sería irreparable. Cuatro meses más tarde toca hablar otra vez de plazos de quince días, pero en esta ocasión para subrayar el trecho que resta por recorrer hasta las elecciones. Si algo castigan los ciudadanos son los enfrentamientos internos y, esta vez, se realizan a la vista de todos.

Los mandamases del partido valoraron intervenir en la organización regional disolviendo la dirección y poniendo en su lugar una gestora. Al menos consintieron que se conociera la amenaza. Javier Maroto trató de hacer un apaño, proponiendo a Cherines que dejara el puesto en el partido con la promesa de incluirla en la candidatura al Senado. La lideresa tuvo un gesto de dignidad y se negó a abandonar la presidencia del PP por un plato de lentejas. Vistos los resultados electorales, Mercedes Fernández acertó porque igual se hubiera quedado sin cargo interno y sin escaño. No se habrían reído poco los del otro bando.

A los burócratas de la sede de Génova se les echó encima el calendario electoral y dejaron que el conflicto siguiera avanzando de incidente en incidente. Hasta la alianza con Foro es un motivo de discrepancia. Para Mallada es un error, para Fernández es un acierto. Ni para sumar votos son capaces de ponerse de acuerdo. En la reunión del comité ejecutivo se iba a hablar de la estrategia ante los comicios autonómicos, pero los intervinientes no gastaron un segundo en anécdotas para centrarse en lo que de verdad les compete: las diatribas contra los oponentes. Recuerdo las épocas en que la organización asturiana del PP tenía un presidente-candidato de perfil bajo y un alcalde con síndrome de hiperliderazgo. Chocaban, se amigaban, se mandaban recados por los periódicos, pero cuando olía a elecciones todo eran sonrisas. Ahora es distinto. Alguno de los asistentes calificó la reunión como la más tensa de los últimos tiempos. No es creíble que ofrezcan soluciones para los problemas de Asturias cuando son incapaces de resolver los conflictos domésticos.

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por JUAN NEIRA

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