Alrededor de cien incendios, que afectan a 35 municipios, permiten decir que nuestra región está envuelta en llamas. Causa dolor desplazarse por la autovía y oler a monte quemado durante el viaje, mientras el humo hace el efecto de la niebla, causando inquietud. Recuerdo a un presidente del Principado que decía, insistentemente, que el territorio era el mayor valor de Asturias; pues bien, en días como estos parece que somos una tierra de enajenados que prende fuego a nuestra mayor riqueza. Un desastre que ya hemos sufrido a gran escala en otras ocasiones. En el año 2017, en primavera, hubo tres grandes incendios que calcinaron 2.000 hectáreas. Sin embargo, el ejercicio con más tierra devastada por las llamas fue el pasado 2022, en que se quemaron 9.215 hectáreas.
Lo más llamativo es que no estamos hablando de siniestros naturales, de rayos que originan incendios, sino que es la mano del hombre la causante de la desgracia. Una región en llamas por la voluntad de unas docenas de salvajes en busca de beneficio propio o por el insano placer de provocar destrucción. Acertadamente, Adrián Barbón declaraba que «Asturias no arde, la queman». Calificaba de «criminales» a los autores y aseguraba que como tales «serán perseguidos». Las palabras del presidente tocan un asunto delicado, pero que es imposible no abordar ¿Cuántos criminales que incendiaron bosques fueron detenidos en los últimos años? ¿Qué penas se aplican a esta gente que Barbón, en otro momento de su intervención, calificó de «terroristas»? ¿Es tan difícil detectar a los autores de la barbarie, siendo gente que no actúa en bandas organizadas ni viene de sitios lejanos a quemar el monte, sino que la experiencia demuestra que vive cerca?
Vamos a ver, más claro todavía: en cuanto aparece el binomio de altas temperaturas y viento el monte arde, de forma muy especial en la segunda quincena de marzo. El 18% de los incendios en Asturias se producen en esta quincena, dejando calcinada el 23% del total de la superficie que se quema a lo largo del año. Quiero decir, que en días como estos de marzo es más que probable que los «terroristas» vayan a actuar, y los parajes de los atentados se repiten. Ya sé que todo es más difícil de lo que parece, pero un desastre ambiental y socioeconómico de la magnitud del que padecemos merece un operativo especial para sorprender a los malhechores. El Principado debería pensar en alguna campaña que sea un poco más agresiva que aquella de mi infancia: «Cuando el monte se quema, algo tuyo se quema».