El Principado ha aprobado el plan de choque para paliar las consecuencias de los incendios. El Gobierno regional cifra en 32.000 las hectáreas calcinadas, siendo 12.000 de arbolado. Las ayudas del plan se dirigen a la reforestación, la prevención y la formación de la ciudadanía. Entre 500 euros y 1.200 será el dinero entregado por hectárea arrasada. En la tarea de reforestar la subvención cubre el 100% de los costes de la plantación. El fondo destinado a resarcir a los particulares (la mayor parte del terreno devastado es de propiedad privada) se eleva a los 5,5 millones. El Principado ha habilitado un fondo de 2,4 millones a disposición de los ayuntamientos para medidas de prevención. Desde el Gobierno se afirma que las partidas se ampliarán en el futuro si es necesario.
Cuando uno lee estas cifras y recuerda las imágenes de los incendios, con el monte quemado mientras el coche recorría kilómetros y kilómetros por la autovía, llega a la conclusión de que el Principado hace lo que puede y la gente demandará lo que necesita. Entre los recursos de la Administración regional y la capacidad de destrozo de las llamas siempre habrá una sensible diferencia, por desgracia. Esperemos que el Gobierno central se implique en la financiación en la medida que ya anticipó en sus discursos, visitas ministeriales y tuits. Adrián Barbón espera contar con 13,5 millones en los próximos dos años de los fondos Feader para la defensa ante los incendios. Sería estupendo, pero estamos hablando de un futurible.
Parte de las ayudas son para la formación. Mi primer reflejo cuando oigo hablar de dinero para la formación es ponerme en guardia. En principio, desconfío. Sin embargo, en esta ocasión me parece muy acertado. Sobre el alza de las temperaturas no podemos actuar, ni sobre la escasa mano de obra que hay en el campo, pero sí se puede cambiar la mentalidad de campesinos y urbanitas. El respeto al monte se puede inculcar, pero, sobre todo -que es a lo que voy- hace falta tomar conciencia sobre los incendios como una de las grandes calamidades de nuestro tiempo. No sé cuánto han influido las 32.000 hectáreas quemadas en el PIB regional, pero si la mayor riqueza de Asturias es el territorio, el perjuicio tuvo que ser inmenso. Un daño ambiental, económico y social. Voy a dar un paso más: la formación tiene que servir para entender que los criminales que prendieron fuego son los mayores enemigos de Asturias. La formación tiene que llevar a la tolerancia cero con los incendios y los incendiarios.