Isidro Martínez Oblanca, diputado nacional de Foro, interpeló a la ministra de Transportes sobre el escándalo de los trenes. Todos recordamos a Raquel Sánchez agobiada, prometiendo todo tipo de compensaciones, cuando en estas páginas se destapó el escándalo que ella conoció a la vez que los lectores. Dos meses y medio más tarde la ministra relativiza el fiasco, diciendo que «ha supuesto un cierto retraso, pero nada más». Así se ven las cosas cuando se gestiona a más de 400 kilómetros del desastre. Para la ministra, Asturias no pasa de ser una pequeña comunidad uniprovincial donde viven menos de un millón de habitantes, que tiene una destartalada red de cercanías de ancho métrico por la que nunca viajarán ella ni el equipo ministerial que la rodea. Como todos los miembros del Gobierno de coalición tienen un alto nivel político, Raquel Sánchez argumenta con conceptos: «Fui la primera que me enfadé y di la cara desde el primer día, pedimos disculpas, reconocimos el error y se encargó una auditoría». No debió de ser todo tan venial cuando la secretaría de Estado de Transportes y el presidente de Renfe se vieron obligados a presentar la dimisión. Ahora que estamos familiarizados con los incendios, podemos decir que los dimisionarios hicieron de cortafuego obligado para que las llamas no llegaran a la ministra.
Es muy común en el lenguaje político hablar de la gestión de los tiempos, porque amplían o reducen los sucesos de la actualidad. Ahora los trenes mal diseñados ya no tienen capacidad para desestabilizar al Ministerio de Transportes, por eso la lectura del desastre queda reducida a «un cierto retraso». ¿Sólo «cierto», señora ministra? El País Vasco encargó sus trenes a la misma fábrica cinco meses después que el Ministerio de Transportes hiciera el pedido de los convoyes asturianos, y ya los ha recibido. Nosotros, en el mejor de los casos, podremos usarlos en 2026. A propósito, iban a decirnos en marzo o abril la fecha exacta en que iba a entrar en funcionamiento la variante de Pajares. A ver si me explico: quedan solo diez días para que se incumpla el compromiso de comunicar la fecha en que se va a inaugurar la variante. Doble retraso: ni nos anticipan la fecha ni acaban la obra. A los retrasos ciertos, la ministra los llama ciertos retrasos. Una cuestión semántica sin transcendencia política.
De las valoraciones de la ministra nos enteramos porque hay un diputado, Martínez Oblanca, criticado en su propio partido, que cumple con la misión de representarnos.