El encierro de los dirigentes del sector crítico de Podemos sirvió para que los ganadores de las primarias quedaran registrados en la Administración como miembros de la candidatura al Principado. En el resto de partidos un paso así no pasa de ser un trámite, pero en Podemos pudo convertirse en un trauma. El aparato del partido tomó decisiones arbitrarias para imponerse en los procesos internos. El encierro de Covadonga Tomé y sus compañeros tuvo la virtud de trasladar esa problemática a la sociedad, dando a conocer a la opinión pública española lo que ocurre en la formación morada en Asturias. Tumbar la candidatura, haciendo correr puestos para que los futuros escaños sean ocupados por dirigentes afines al aparato, tendría un enorme coste en las urnas. Sin hacer partícipe a la sociedad de la extraordinaria situación que estaban viviendo, el coste sería pequeño, asumible para la dirección política.
En política, como en la vida, nada es blanco o negro. La realidad es una acuarela de grises. Jorge Fernández ocupaba el cuarto puesto en la lista y queda fuera de la candidatura por estar sancionado por los burócratas del partido. Tuvieron que tragar ese sapo y aceptar la mutilación de la candidatura ganadora de las primarias. Un planteamiento idealista llevaría al clásico enunciado reduccionista: todos o ninguno. Hay que poner pros y contras en la balanza para comprobar que la dialéctica entre oficialistas y críticos cambia con la candidatura aprobada.
La batalla no finalizó, pero entra en una fase más favorable para los que luchan por un funcionamiento democrático en el partido.
La mejor prueba de que el conflicto sigue abierto está en las declaraciones de Rafael Palacios, máximo dirigente (interino) de la organización, pidiendo a Tomé que condene la violencia utilizada en la víspera, cuando se fue a registrar la candidatura. Es patético que la forma que tienen de descalificar a los rivales sea acusarlos de actitudes violentas. Lo dice un dirigente conocido en su actividad política por sus maneras, suaves, melifluas, versallescas. El encierro finalizó, pero ahora empieza la cuesta de arriba al iniciar un experimento inédito en política, que consiste en hacer campaña electoral con la dirección del partido en contra. Hasta ahora es evidente que hicieron todo lo posible por silenciar a Covadonga Tomé. No descartaría que en el camino se encuentren los candidatos con socavones, porque cuando la gente está desesperada ocurren sucesos imprevistos.