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Juan Neira

LARGO DE CAFE

TRIBULACIONES DEL GANADERO

Las explotaciones ganaderas en Asturias sufren graves problemas desde hace muchos años. Las cuotas lácteas empujaron a diseñar unas granjas de mucho consumo de forraje y pienso. En 2015, con el fin de las cuotas, los ganaderos vivieron en carne propia el aserto de Benedetti: ‘Cuando teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas’. La extensión de las explotaciones volvió a ser una ventaja comparativa. Cuando todo se había dimensionado a la realidad de un país con una cuota láctea nacional muy inferior a su consumo -seis millones de toneladas de producción, nueve millones de consumo; en Francia la cuota láctea era de veinticinco millones de toneladas-, con unas explotaciones, en el caso de la cornisa cantábrica, de muy reducido tamaño, llegó el permiso de Bruselas para crecer; los ganaderos habían gastado sus ahorros en comprar cuota láctea y no tenían recursos para comprar terreno. En ambos escenarios, con cuota y sin cuota, hubo variables que siguieron la tendencia descendente, como el cierre de las explotaciones. En números redondos, cien al año. Otras supuestas variables se convirtieron en fijas: el precio de la leche. Al menos, el precio que le pagaba la industria a los ganaderos. En 2020 estaban como al empezar el siglo.

De entonces hasta hoy hubo profundos cambios que alteraron la economía de las explotaciones ganaderas. La pandemia, la guerra de Ucrania, la nueva Política Agraria Común (PAC) y la sequía incidieron en la demanda y la oferta. Lo único que se mantiene constante son las quejas de los ganaderos. La principal novedad sobre el escenario anterior es el fuerte aumento del precio de la leche en los mercados. Los ingresos de los ganaderos aumentaron sensiblemente, pero los gastos no les fueron a la zaga, así que el saldo final es parecido o peor. Dentro de los gastos hay que distinguir los específicos de los ganaderos, como los piensos, o del campo en general, de los que afectan a la inmensa mayoría de las actividades económicas, como el incremento del coste de la energía.

En el malestar del sector juegan otros factores. En primer lugar, el tratamiento del lobo, con su nuevo estatus legal de especie sagrada que debe convivir con el ganado. Es un planteamiento tan irracional, como irritante. En segundo lugar, la intromisión de la burocracia, nacional y europea, en el interior de las explotaciones, diciendo qué días hay que segar, el control de entrada de personas y animales, etcétera. Por último, la Ley de la Cadena Alimentaria, que no se aplica.

 

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por JUAN NEIRA

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