Rebasado el plazo dado -marzo y abril- para anunciar la fecha en la que entrará en servicio la variante de Pajares, altos directivos del Ministerio de Transportes viajaron hasta Oviedo para decirle al presidente del Principado que las obras acabarán en septiembre y por la variante empezarán a pasar trenes el próximo mes de noviembre. Hasta hace cuatro meses, la ministra, Raquel Sánchez, mantenía que la infraestructura ferroviaria se inauguraría en mayo; llegada la fecha, nos encontramos con que habrá que esperar seis meses largos. El consejero de Cohesión Territorial del Principado, Alejandro Calvo, confía en que la fecha sea la buena, pero no tiene más motivos para creerlo que la fe en el Gobierno de su partido. Los asturianos ya conocimos, con anterioridad, diecisiete fechas de terminación de las obras que el paso del calendario se encargó de desmentir. En todo lo que tiene que ver con los organismos del Ministerio de Transportes (Adif, Renfe) el escepticismo se impone porque es un entramado burocrático, opaco, donde los propios responsables políticos caminan a tientas.
Nos comunican la nueva fecha sin explicar la razón por la que se equivocaron de una forma tan superlativa en la anterior. En las diecisiete veces precedentes, cuando se preguntó qué pasó, cargaron la responsabilidad, como el monarca ante el desastre de la Armada Invencible, en «los elementos». Siempre hubo laderas deslizantes, acuíferos rotos, piezas mal diseñadas, obligados cambios de plan. Cuando uno lee a diario este periódico se encuentra con dos motivos que sobresalen del resto: la baja ejecución presupuestaria y los problemas internos de Adif, Renfe, etcétera. En este caso se dan ambos para alargar las operaciones seis meses. Si ayer había operarios rematando obras es porque no se ejecutaron los presupuestos en tiempo y forma. Si se retrasan las contrataciones, se alargan las obras. El problema interno es de Renfe, que no tiene un tren de pasajeros libre para dedicarlo en exclusiva a las pruebas de seguridad de la variante. Sin caballo no hay galope.
El caso es que el 25 de mayo de 2018, una semana antes de ser investido Pedro Sánchez presidente, se licitaba el montaje de las vías, quedaba ejecutarla, revestir galerías, poner el cambiador de Campomanes, desplegar la catenaria, resolver la ventilación, hacer obras civiles en el exterior y reformar la playa de vías de Lena. Cinco años y medio para ello. Otro éxito de Pedro Sánchez y una prueba de paciencia infinita del Principado.