Adrián Barbón y Diego Canga empezaron la campaña en el occidente con diversos actos. Los aparatos de los partidos, que a estas alturas estoy seguro de que echan mano de big data, aconsejan centrarse en el occidente porque allí se juegan las elecciones. Llevo cuarenta años escuchando esta cháchara. No se cuál es la razón para que un territorio con una cuota de seis escaños pueda ser más decisivo que otro, como es la circunscripción central, donde hay treinta y cuatro. Siempre nos dicen que hay un escaño bailando entre dos partidos, en este caso parece que en el occidente puede arrebatar el PP el cuarto escaño que hace cuatro años ganó el PSOE. Algunas veces, ese mismo baile se da en el oriente. Jamás en el centro. Parece que los treinta cuatro escaños del centro ya están distribuidos y certificados antes de empezar la campaña, centrándose toda la incertidumbre en el voto de Ibias o de Degaña. ¿Quién se cree esa patraña?

El discurso oficial sobre la importancia de las alas produce prodigios. Recuerdo que, en las elecciones de 1999, ganadas por Areces con mayoría absoluta (24 escaños), hubo un medio que justificaba la previsible victoria socialista por equis razones, aunque «el granero de votos del centro es para Ovidio Sánchez». Si así fuera, la victoria hubiera sido para el PP, que quedó a nueve escaños del PSOE.

Hace cuatro años, en el centro, el PSOE obtuvo 13 escaños y 6 el PP. ¿No hay más margen para recuperar escaños en el centro? ¿La clave está en la pugna del occidente, donde el PSOE tuvo 4 escaños y 2 el PP, en las últimas elecciones? Decir que la suerte electoral de Asturias se juega en el occidente es un remedo de que la presidencia de Estados Unidos se juega en Florida.

Lo cierto es que los dos grandes partidos dirigen hacia ahí sus objetivos. Uno lleva al otro (un día voy a contar cómo hace el PSOE para llevar al PP). Con esa táctica perdieron los populares elección tras elección. Están tan abducidos con el mantra de las alas, que hasta en la extraordinaria repetición electoral de 2012, cuando Rajoy quiso implicarse para sacar a Cascos de la Presidencia, no tuvieron mejor idea en el aparato del PP que llevarlo a luchar por la victoria al oriente: paseó por Llanes, comida en un hotel de Ribadesella con 250 simpatizantes y visita a las instalaciones de El Gaitero, en Villaviciosa. Y al avión, para evitar que cayera en la trampa de ir hasta Gijón a disputarle al PSOE el granero de votos. Resultado: Cherines logró 10 escaños, Cascos 12 y Javier Fernández 17. Alas para volar.