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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL PLAN DE LASTRA

La novedad política del verano es la rutilante reaparición de Adriana Lastra en la política asturiana desde la plataforma de la Delegación del Gobierno. Comenzó enviando un recado a Vox, al advertirle de que la representante del Gobierno central en la región no va a tener ninguna conversación, ni pública ni privada, con los dirigentes del tercer partido español y asturiano. Sólo PSOE y PP tienen mayor representación en el Congreso de los Diputados y en la Junta General del Principado que la formación de Santiago Abascal.

Extemporáneo
No habíamos aún digerido el primer mensaje, cuando aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, Adriana Lastra lanzó un ataque extemporáneo al arzobispo, Jesús Sanz Montes, por la homilía leída diez meses antes en Covadonga, acusándole de pronunciar «un discurso despectivo, de confrontación, y profundamente político y ultraderechista». Ahí ya ponía Lastra las cartas sobre la mesa. La tercera vez que saltó a la palestra fue para criticar al PP por no aprobar el techo de gasto propuesto por el Gobierno en el Congreso de los Diputados. Exigió al PP asturiano explicaciones por haber recortado en 156 millones la capacidad de gasto del Principado. La vicepresidenta del Gobierno regional, Gimena Llamedo, hizo una declaración en el mismo sentido.

Adriana Lastra asumió el cargo el 19 de julio y en sólo cinco días puso patas arriba el tablero de la política regional. A lo largo de la etapa autonómica tuvimos distintos delegados del Gobierno, con diferentes formas de ejercer la representación del Estado en el territorio, pero ninguno tuvo tanta prisa por marcar la agenda política regional. La particularidad de la delegada estriba en que llegó al puesto con un plan ya diseñado y, por lo que se ve, con la firme voluntad de llevarlo a cabo.

Antagonismo
El objetivo estratégico es acrecentar el antagonismo, PSOE-PP. Una vez tomada la iniciativa, solo hace falta que le replique la derecha para que el debate asturiano bascule desde las desvaídas preguntas y respuestas de las sesiones parlamentarias de los miércoles, en la Junta General del Principado, al intercambio de reproches entre la delegada del Gobierno y los dirigentes de la oposición.

La estrategia de Lastra no es fruto del capricho ni de la improvisación. Busca alinearse milimétricamente con la política de Pedro Sánchez, que él mismo expuso en la sesión de investidura del pasado 16 de noviembre. Seguí ese largo debate, sin perderme una intervención, y fue la primera vez en que lo más interesante de la sesión no estuvo en el cuerpo a cuerpo entre el candidato a presidir el Gobierno y el líder de la oposición, sino en la exposición inicial de Sánchez, donde ya dejó claro que había dos bandos irreconciliables en la política española y por esa razón iba a construir un muro.

Adriana Lastra, al elegir esa estrategia, hace borrón y cuenta nueva de los desencuentros habidos cuando fue apartada de la Vicesecretaría General del PSOE, tras haber perdido con anterioridad la portavocía parlamentaria. Una actitud inteligente.

El Gobierno sale ganando al tener una delegada de perfil político más alto que su antecesora en el cargo. Por cierto, me sigue llamando poderosamente la atención el interés de la cúpula socialista regional por sostener un relato embellecido de los ceses políticos. Ocurrió cuando apartaron a Melania Álvarez de la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar; también con Delia Losa, que recibió con pesar el descabalgamiento del cargo (como bien se sabe en esta casa), aunque lo presentaron como una decisión voluntaria de carácter estrictamente personal. Y, en fin, en su día propalaron la versión de una oferta de ministerio a Adriana Lastra. No entiendo tanta fantasía cuando no hay nada que ocultar. Los ceses no sólo son legítimos, sino que resultan inherentes a la dinámica política. No son prueba de debilidad, sino de normalidad.

Vuelvo sobre el asunto de este artículo. El discurso de Adriana Lastra no se mimetiza con la línea política del Gobierno asturiano. No digo que entren en contradicción el Principado y la delegada, pero hablan con distintos registros. Es impensable que Adrián Barbón, sin haber ocurrido nada nuevo, amenazara al arzobispo con denunciarlo ante el nuncio. Sin embargo, el emplazamiento de Lastra a Sanz Montes condiciona la decisión del presidente del Principado ante la ceremonia religiosa del 8 de septiembre en Covadonga.

Referencial
Pongo este ejemplo porque sirve para ilustrar la influencia de la estrategia de Adriana Lastra en la política socialista asturiana. En un contexto de polarización creciente, la línea dominante en el PSOE será la inspirada por la delegada del Gobierno. Es probable que arrastre al Principado, ya que la moderación no vende en un escenario de enfrentamiento. Lastra ya ha logrado el primer triunfo al recuperar el protagonismo en la política asturiana. Como el Gobierno de coalición tiene una escasa propensión a hacer política (ejemplo: el Principado anunció como primer ‘hito’, en su agenda, la reunión de la comisión de seguimiento del pacto con IU, el 20 de agosto; si eso es un hito, apaga y vámonos), el discurso ideológico, de combate, de Lastra tiene todos los visos de convertirse en referencial para la izquierda. No habrá tregua ni pactos.

Se intuye una curiosa bicefalia socialista, como fórmula de transición hasta la parte final del mandato.

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por JUAN NEIRA

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